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Entre los años 90 y 2000 el ‘diablo’ y su secta de ‘demonios’, con armas de largo alcance en vez de trinche, se paseaban a sus anchas por Mamatoco, Galicia y Pescaíto, tres populares barrios de Santa Marta, la ciudad que de dos veces santa, como es conocida, no tenía nada en ese entonces.