El 2020 comenzó en medio de una convulsión ambiental sin precedentes. Altas temperaturas con picos históricos, incendios forestales, derretimientos en el ártico, elevaciones en el nivel del mar, alzas en las emisiones de gases de efecto invernadero y una pandemia que nadie pudo predecir. Todos estos eventos han obligado no solo a la industria de la moda a replantearse, sino que también han cambiado de forma inesperada el pensamiento de los consumidores.
Un reciente estudio realizado por la consultora McKinsey & Company deja en evidencia que el compromiso por la sostenibilidad de parte de los compradores se ha profundizado durante la crisis provocada por el nuevo coronavirus. Los resultados demuestran que dos de cada tres consumidores europeos creen en la importancia de limitar los impactos que genera el cambio climático.
También añaden que, si bien la industria se está reorganizando desde ya para lo que viene, los consumidores quieren que los actores de la misma cumplan con sus responsabilidades sociales y ambientales durante la crisis. El 67% considera que el uso de materiales sostenibles es un factor de compra importante y el 63% ve de la misma forma la promoción de la sostenibilidad de una marca.
'En general, el pensamiento de los consumidores sugiere que la crisis de COVID-19 podría servir como una oportunidad para que los actores de los sectores del vestuario, el calzado y el lujo refuercen sus compromisos de sostenibilidad y aceleren los cambios en toda la industria, como la reducción de la estacionalidad y la ampliación de los modelos de negocio circulares', puntualizan los autores del estudio.
El interés por la ropa vintage y de segunda mano también va en alza, sobre todo en los clientes más jóvenes. Los datos demuestran que alrededor del 50% de los encuestados de entre 18 y 39 años de edad esperan comprar más artículos de este tipo finalizada la pandemia.
Foto: 123RF
Para Johanna Martínez, creadora de la tienda de ropa vintage The Second Chance, el furor por el uso de estas prendas se ha avivado en gran medida gracias a que los consumidores son cada vez más conscientes de la mano de obra que hay detrás de la ropa. También sostiene que la compraventa de este tipo de piezas ayuda a la sostenibilidad, ya que el comprador está adquiriendo un producto auténtico que no ha salido de una nueva cadena de producción, evitando así toda la contaminación que conlleva ese proceso.
Y es que, según la Alianza para la Moda Sostenible de las Naciones Unidas, la industria es la segunda mayor contaminante después de la petrolera, generando alrededor del 20% de las aguas residuales del mundo y liberando anualmente medio millón de toneladas de microfibras sintéticas en el océano. En la actualidad, el consumidor promedio compra 60% más ropa que hace 15 años y cada artículo solo se conserva la mitad del tiempo.
La organización también ha declarado que la industria representa de un 8 a un 10 por ciento de las emisiones de carbono en el mundo, más de las que producen todos los vuelos internacionales y envíos marítimos juntos. Parte de estas provienen del bombeo de agua para regar cultivos como el algodón, pesticidas a base de petróleo, maquinaria para la cosecha y gases generados por el transporte de las prendas.
Lo cierto es que cada vez hay más consciencia sobre estas cifras, y eso como resultado ha despertado un compromiso de parte de distintos sectores por buscar alternativas que sustituyan sus tradicionales procesos de producción, y lograr comprometerse con la sostenibilidad en sus compañías a través de tratados y acuerdos gubernamentales como el Fashion Pact, una iniciativa liderada por el presidente francés Emmanuel Macron y el magnate François-Henri Pinault, presidente del conglomerado de lujo Kering.
El acuerdo busca crear un frente que logre combatir significativa y conjuntamente el cambio climático. Cada empresa tiene la responsabilidad de ejecutar distintos planes de acción bajo tres aspectos esenciales para salvaguardar el planeta: la lucha contra el calentamiento global, la restauración de la biodiversidad y la protección de los océanos. Pinault ha dicho que 'A pesar de lo que estamos haciendo [para reducir el impacto], las cosas no se mueven. Realmente necesitamos definir objetivos juntos (…) estoy seguro de que alcanzaremos un nivel que ninguno de nosotros podría conseguir trabajando individualmente'.
Moda masiva, grandes responsables
No es un secreto que las grandes compañías de consumo masivo como Inditex, Mango y H&M han sido uno de los principales responsables de la aguda situación ambiental. Sin embargo, por presión o convicción, estas empresas están sumando esfuerzos a través de diferentes iniciativas ecológicas que, aunque muy cuestionadas, están gestando importantes resultados cuantificables.
Según el más reciente reporte anual de Inditex, (dueña de marcas como Zara, Bershka, Stradivarius, entre otras) la firma cuenta con más de 7.400 tiendas que, además de ser ecoeficientes, la mayoría posee contenedores de recogida de ropa usada a través de su programa Closing the Loop, que busca alargar la vida útil de los productos textiles mediante su reutilización para evitar que las prendas usadas acaben en un vertedero.
También manifiestan haber mejorado la planificación del transporte –uno de los mayores causantes de emisiones– y optimizado la carga, evitando así la realización de 1.480 rutas. Como resultado, han alcanzado un ahorro estimado de 2,5 millones de kilómetros, 'el equivalente a dar 60 vueltas alrededor de la Tierra'.
La colección Join Life de Bershka ofrece prendas realizadas con materias primas sostenibles, producidas con tecnologías que ahorran agua y realizadas con procesos que permiten reducir las emisiones. Foto: @Bershka.
Mientras Zara planea que para el 2025 el 100% de su ropa esté elaborada en materiales sostenibles, H&M ya ha logrado que el 57% de su producción lo sea. Para 2022 la compañía sueca se ha propuesto reducir un 25% la cantidad de agua utilizada en los procesos de producción y reciclar el 15% de sus aguas residuales.
'Desde el principio nuestro objetivo ha sido democratizar la moda, y hoy eso significa hacerla sostenible como la única forma posible de seguir haciendo que la moda y el diseño estén disponibles hoy, mañana y las próximas generaciones', dijo Anna Gedda, directora de Sostenibilidad de H&M.
Estos abrigos extragrandes están hechos en parte con lana reciclada. Foto: @HM
Iniciativas en Colombia
En Colombia son varias las marcas que han decidido optar por procesos de producción sostenibles y modelos de negocio circulares que permiten no solo reducir la contaminación al momento de concebir las prendas, sino también estimular el trabajo artesanal de distintas comunidades indígenas.
Bahama Mama, por ejemplo, es una marca de trajes de baño de lujo concebida en el 2014 por Rocío Borré y Nicole Acosta. Sus prendas están elaboradas en un tejido de poliéster obtenido de residuos plásticos totalmente reciclados, proceso que ahorra hasta un 90% de agua en su fabricación con relación al convencional y reduce hasta un 75% la huella de carbono. La compañía, que busca ser 100% sostenible para 2025, también ha reemplazado la estampación textil convencional por Greentex, una tecnología que logra los mismos resultados sin la utilización de productos químicos ni agua.
Otro ejemplo clave es Religare, de la creativa antioqueña Manuela Peña. La marca tiene como principal objetivo proteger y promover la sabiduría artesanal de distintas comunidades indígenas a través de la experimentación con técnicas que van desde la tintura a base de frijol negro hasta la construcción de prendas de vestir con fibras vegetales como el tencel y el cumare. La diseñadora hace énfasis en que 'la moda no solo debe ser estética, sino ética', por eso cree que es fundamental crear piezas atemporales con procesos de producción circular que aporten a la conservación de la naturaleza y la sostenibilidad.
Aunque es innumerable la cantidad de iniciativas que buscan en común un futuro sostenible, queda claro que son los consumidores quienes tienen finalmente la responsabilidad de lograr el cambio mediante el apoyo a las numerosas iniciativas que propone la industria, el replanteamiento en las formas de consumo y el conocimiento de los procesos de producción de la ropa que se usa a diario. La sostenibilidad es un tema de todos y como se evidencia, la moda no está exenta.
Foto: @bahamamamabw
Foto: @Religare_store
Texto por: José Cantillo Ferrer - @josecantillof