Por mucho tiempo ha resonado en la escena de la moda la idea de la ropa sin distinción de género, un concepto que, aunque suene revolucionario, no es para nada novedoso. Sin embargo, para explicar este fenómeno habría que hacer un exhaustivo recorrido por la historia del vestido, que termina confirmando con pequeños ejemplos que la diferenciación de lo femenino y masculino en el vestir fue un invento prejuicioso del humano.
En la antigua Roma, por ejemplo, tanto los hombres como las mujeres usaban túnicas largas y holgadas acompañadas de sandalias con correas que abrazaban las piernas. Lo mismo sucedió mucho más tarde en la Europa del siglo XVII, en donde la aristocracia masculina usaba tacones con lazos y brillantes por simple decoro.
Durante la década de los 70 y comienzos de los 80, la sensación de libertad del movimiento hippie dio lugar a la ambivalencia en el vestir. Los hombres usaban todo tipo de accesorios como collares, pendientes y botas de tacón grueso y las mujeres hicieron suyos los vaqueros de bota ancha, que hasta hace no mucho habían sido una prenda exclusiva para largas jornadas de trabajo.
Sin embargo, esto también está ligado al contexto en el que se encuentre cada individuo. En Escocia, por poner otro ejemplo, el kilt, también conocido como falda escocesa, más que un simple elemento decorativo, sigue siendo un símbolo de tradición usado por hombres y que por mucho tiempo ayudó a diferenciar unas castas y dinastías de otras.
Pero que un hombre use una falda en un lugar como América Latina puede no ser percibido de la misma forma porque además de que no es un elemento arraigado a nuestra cultura, las costumbres pueden estar cimentadas sobre unas bases conservadoras y machistas.
Cristian Baena, consultor y estilista de moda, opina que 'las personas han visto en los colores y en ciertas prendas una diferenciación de género y esto tiene mucho que ver con el recorrido cultural, la representación que ha visto dentro de su entorno y los prejuicios hereditarios'. Baena añade que 'esto también tiene relación directa con las creencias, influencias y lo que un individuo considera correcto dentro de sus códigos morales'.
'Hay que entender que la moda atiende la noción de necesidad del consumidor, y eso ahora mismo es una representación diversa, amplia y no binaria. Las personas deberían tener la libertad de escoger qué ponerse, sin necesidad de etiquetas y prejuicios obsoletos', finaliza.
En Colombia existe una amplia variedad de marcas y diseñadores que desdibujan los límites de lo que puede ser considerado femenino o masculino, algunos de ellos son Christian Colorado, A New Cross, A Lot Studio, Sansquo y Silués, entre otros.