Compartir:

Este año el Carnaval de Barranquilla ha cambiado las calles, el bordillo y los desfiles multitudinarios por la virtualidad. Esa decisión, que responde a la crisis sanitaria que enfrenta el mundo, sin duda ha afectado a aquellos artesanos que en vísperas de la fiesta afinaban sus manos para trabajar día y noche en la materialización de vestidos de fantasía, disfraces y tocados de ensueño.

Tal situación, de la que no es ajena la diseñadora de modas Diana Rolando, su hija, La Virreina, y sus artesanos, hoy los ha llevado a 'reinventarse'. 

Por muchos años la soledeña le ha apostado a la fiesta, generando más de 60 empleos de forma directa e indirecta, y llevando a cabo diversas indumentarias para la fiesta. Es por ello que en estos días, mientras hace un análisis del panorama, admite que 'todo ha generado incertidumbre'. 

'He contado con la bendición de Dios que siempre me han buscado para hacer los vestuarios de las comparsas, las reinas y el Country Club, pero con el tema de la pandemia todo cambió. Aun así, una empresaria como yo, que vio la necesidad de sus artesanos, pensó que de alguna manera debía generarles empleo. Le pedí discernimiento a Dios para que me iluminara y fue cuando se me vino a la mente la idea de replicar en miniatura los vestidos de coronación de 25 reinas del Carnaval'.

Es así como hace un mes en su taller, dotado de pedrería, metros de telas, encajes y demás insumos, empezó, con su hija y 15 artesanos en planta, a crear los vestidos (desde su estructura hasta su diseño) en maniquíes que miden 70 cm de alto. El proceso ha contado con el ingenio de otros artesanos que trabajan desde sus casas y que se suman al grupo que permanece en planta, contando con 32 trabajadores.

Previo a realizar este trabajo —dice— visitaron el Museo del Carnaval, con el fin de detallar los vestidos que reposan en el recinto y que cada reina lució en su noche soñada. Lo anterior también fue esencial para —como lo explica— ser respetuosos y cuidadosos con cada uno de los diseñadores que realizaron los vestidos en su versión original.

'El recurso que recolectemos en la venta de los maniquíes con el vestido será destinado para ayudar a mis artesanos que han trabajado incansablemente conmigo, pues todos saben que sin esas manos mágicas yo no sería lo que hoy día soy'. 

Manifiesta que este martes realizó, junto con sus trabajadores y algunas reinas, el lanzamiento virtual de los maniquíes, a través de sus redes sociales (@diana.rolando). Luego de esto se oficializó su exposición en el centro comercial Buenavista II, cuya exhibición será por cuatro días.

'Vivir la experiencia de hacer cada vestido en miniatura me ha generado muchos sentimientos porque tengo el deseo de ayudar a tantas personas (...) He tenido días de mucha adrenalina y siento que le he puesto un empeño maravilloso que hasta se ve reflejado en cómo lucen los vestidos'. 

Su intención —además— es demostrar que el Carnaval sigue vivo, que una reina es motivo de inspiración y que, a través de su historia y su vestido, es posible generar empleo.

Diana, que más que diseñadora se considera una artesana, explica que cuenta con 26 años de experiencia. Dentro de su recorrido ha trabajado con el Concurso Nacional de Belleza, novias, quinceañeras y reinas del Carnaval, impregnando en la historia de estos eventos su sello creativo forjado en el Caribe.