'¿Por qué todo con Junior tiene que ser sufriendo? ¿Por qué? ¿Por qué?', se preguntaba una y otra vez un hincha rojiblanco, luego de que Édinson Toloza ejecutara el penal que le dio la clasificación al equipo a la semifinal de la Liga Águila I-2016. 'Sencillo, esto es Junior', le respondió resignado otro aficionado, que segundos antes no podía contener la emoción por todo lo acontecido en el estadio El Campín de Bogotá.
Y sí, esto es Junior, pasión, sufrimiento, entrega, energía, coraje, pero también inocencia, exceso de confianza, intranquilidad, falta de concentración.
El cuadro barranquillero puso todo de sí ayer, en el estadio El Campín de Bogotá, para superar a un duro Millonarios, que vendió cara su derrota, levantándose cuando todos lo daban por muerto, anotando cuatro goles en 14 minutos -¡sí, así como lo lee, 14 minutos!-, pero que finalmente vio como la visita igualaba la serie, con un tanto salvador de Vladimir Hernández en la agonía, y luego se imponía 4-2 en la tanda definitiva desde los doce pasos, con anotaciones del propio Vladimir, Jorge Arias, Luis Narváez y Édinson Toloza.
La tarde en el escenario capitalino fue una feria de emociones para los rojiblancos, que pasaron de un primer tiempo perfecto, manejado con altura e inteligencia, a una segunda parte llena de dudas, errores y culpas que por poco le cuestan la clasificación.
Junior salió mentalizado en buscar el paso a la semifinal, por eso encaró los primeros 45 minutos con inteligencia y jerarquía, haciéndose inmenso en lo táctico y mostrando una malicia poco conocida en este equipo de Alexis Mendoza, que si por algo ha sido criticado es por esa inocencia que a veces muestra en momentos cruciales.
Todo le salía al Tiburón, desde un exquisito golazo de Jorge Aguirre, que aumento la diferencia y ponía parcialmente la serie 3-0, hasta pelotas en los palos o sacadas en la línea de gol.
Fue un primer tiempo perfecto, donde Millonarios parecía ido, sin ideas, echado a la suerte, hundido en medio de las críticas de una afición enfurecida, que la tomó contra todo el equipo, especialmente con Rafael Robayo, el señalado.
Pero en un abrir y cerrar de ojos todo cambió. El Junior sólido y convincente desapareció, dando paso al renacer de un equipo Albiazul que remontó la serie con anotaciones de ‘Manga’ Escobar (2), Michael Rangel y Carlos Henao, todo en 14 minutos.
Ni al hincha más negativo se le pasó por la cabeza una catástrofe como esa. Las caras de cada uno de los jugadores del Junior y del cuerpo técnico lo decían todo. Error tras error estaban dejando escapar la clasificación en un estadio que estalló de emoción con cada uno de los tantos del cuadro embajador.
De la rabia, los lamentos y los insultos de los hinchas albiazules pasamos a las burlas –muchas pasadas de tono–, las sonrisas, la confianza desmedida. Todo estaba listo para la fiesta, hasta que apareció Vladimir Hernández, en el tiempo de reposición, para silenciar El Campín.
Ahí comenzó la eliminación de Millonarios, que nunca se levantó y vio como David Silva y Michael Rangel desperdiciaban los penales en la tanda fatídica, ante un Sebastián Viera inmenso, que terminó como el héroe de la serie, anotando en la ida y haciéndose inmenso ante los cobros.