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América tiene un jugador que sabe lo que significa jugar una final y dar una vuelta olímpica con la camiseta de Junior como Michael Rangel, pero también cuenta con uno que conoce perfectamente lo que representa perder un título ante los Tiburones como Neto Volpi.

El 12 de junio pasado, en el estadio El Campín de Bogotá, mientras Rangel corría, saltaba, abrazaba y celebraba emocionado su segunda Liga con la rojiblanca (hizo parte de la nómina campeona en 2010, aunque sin jugar), Volpi, arquero del Deportivo Pasto en ese momento, se retiraba frustrado y triste del gramado del escenario capitalino.

El delantero santandereano y el cancerbero brasileño fueron rivales y vivieron las dos caras de la moneda en la final del primer semestre, pero seis meses después el destino los une y los pone de nuevo en la instancia decisiva.