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Un segundo tiempo con alma y corazón, como debió ser el primero, no le alcanzó a Junior para vencer o igualar al América. El equipo rojiblanco, que además sufrió con un par de extrañas decisiones del VAR (el supuesto microscópico fuera de lugar en el gol anulado a Gabriel Fuentes y una mano en el área de Edwin Velasco que se ignoró, a diferencia de la cometida por Didier Moreno), cayó 2-1 y se perdió la oportunidad de clasificar a la final de la Liga por cuarta ocasión consecutiva.

El período inicial fue de total dominio del América. Desde el primer minuto hasta el último se adueñó del balón, del ritmo y de las opciones de gol. Hasta se podría decir que los rojiblancos la sacaron barata con el 2-0 con el que se cerró el telón del primer capítulo.

Los dirigidos por el técnico argentino Juan Cruz Real, que apostó por dejar en el banco a un jugador experimentado como Rafael Carrascal, salieron decididos a atacar y presionaron a Junior en su propio campo.

Los Tiburones se veían endebles, desorientados, enredados. No eran capaces de dar tres pases seguidos. Había un equipo sin alma, como si tuviera grilletes en los pies. Lento, confundido y completamente superado por su rival.

Sánchez, Velasco, Cabrera, Arrieta y Moreno volaban ante tanta pasividad. Se veían venir los goles y llegaron en los pies de Luis Sánchez y Adrián Ramos, de penalti sancionado por el árbitro tras una mano de Didier Moreno.

Mientras tanto, en Junior, James Sánchez no aparecía para sacar al equipo y mucho menos para quitar un balón. Cetré e Hinestroza no respaldaban a los laterales ni a los atacantes con vigor (ni con nada). Jefferson Gómez andaba sin distancia y Germán Mera se mostraba cansado. Fuentes y Viáfara también estuvieron desconocidos.

Y Sherman Cárdenas, la apuesta de Perea para no arriesgar a Teo, que venía de sufrir una lesión muscular, deambulaba la cancha sin precisión, sin manejo, sin fuerza. Parecía un exjugador. Le quedó grandísima la misión.