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La tiroides es una glándula endocrina situada en la parte anterior del cuello, es la encargada de regular el funcionamiento del metabolismo: la adaptación al calor o al frío, la pérdida o aumento de peso, el apetito y los ritmos intestinales, la respuesta a la actividad e inactividad, entre otras funciones. A su vez, está regulada por la hormona estimulante del tiroides, TSH, de origen hipofisario y por un factor hipotalámico, el TRH.

Cuando se producen trastornos en el funcionamiento del tiroides, 'tanto al alza, hipertiroidismo, como a la baja, hipotiroidismo, los mecanismos reguladores de la presión arterial se alteran y puede producirse hipertensión', explicó Katherine Townsend Santamaría.

Hipertensión en el hipertiroidismo

La persona afectada siempre está intranquila y puede presentar taquicardia, hipertensión, pérdida de peso, insomnio, cansancio, diarrea e intolerancia al calor. Todo su metabolismo está activado al máximo.

'El origen de estos problemas son diversos, en algunas oportunidades los nódulos en la glándula pierden el control exterior y funcionan independientemente, en otros casos se presenta el exceso de la producción hormonal por un estímulo externo o formas autoinmunes' indicó Townsend Santamaría.

El cambio en la presión arterial es más llamativo en la presión arterial sistólica que en la diastólica y recupera la normalidad cuando se trata el proceso desencadenante. Puede requerir tratamiento quirúrgico, fármacos antitiroideos, destrucción de la glándula con yodo radiactivo o una combinación de todos ellos.

Hipertensión en el hipotiroidismo

En este caso el organismo presenta un enlentecimiento del metabolismo, se aumenta el peso, se tiene frío, hay estreñimiento y disminución del apetito, lentitud en el pensamiento y en la actividad. La hipertensión es fundamentalmente diastólica y se corrige al corregir el déficit hormonal causante del proceso.

Hiperparatiroidismo

Es una enfermedad de las glándulas paratiroideas, situadas junto al tiroides en la parte anterior del cuello, en la que se produce una alteración del metabolismo del calcio que en vez de depositarse en los huesos y ayudar a su formación y mantenimiento, se desplaza hacia el torrente circulatorio acumulándose en tejidos donde no debía encontrarse y produciendo trastornos en éstos.

Se forman cálculos en el riñón y pueden producirse cólicos si se desplazan.

Se activa la secreción ácida del estómago por lo que es fácil que aparezcan úlceras pépticas.

Se desmineraliza el hueso cuya composición deja de ser normal y se pueden encontrar zonas osteoporóticas y otras escleróticas.

Además, la circulación de altos niveles de calcio en la sangre puede producir alteraciones psíquicas, intranquilidad, nerviosismo, falta de concentración y en las formas más graves, estupor y coma.

La hipertensión arterial es un acompañante frecuente del cuadro clínico y también se recupera cando se trata la causa. Esta forma de hipertensión tiene como dato curioso acompañante la inversión del ritmo circadiano de la presión arterial con cifras nocturnas superiores a las diurnas, hecho que puede evidenciarse en un registro de 24 horas.