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Sin lugar a dudas, los avances en ciencia y tecnología han impactado directamente en el estilo de vida de las personas; dietas poco saludables con exceso de calorías y el escaso ejercicio hacen parte del ajetreo diario. Razones que han traído como consecuencia el aumento de la obesidad en la población, condición que ya no solo afecta a los países desarrollados, sino que se convirtió en un problema de talla mundial.

La obesidad se define como un exceso de adiposidad corporal, y está catalogada como una enfermedad crónica no trasmisible, que puede inducir la aparición de otras patologías graves como diabetes, anemia, hipertensión e incluso algunos tipos de cáncer. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud, la obesidad causa 3,4 millones de muertes al año en todo el mundo. Y las estadísticas no son nada alentadoras.

El Síndrome Metabólico es usualmente la expresión clínica del paciente obeso y su aparición aumenta las probabilidades de que el paciente sufra una complicación cardiovascular severa. El estudio de prevalencia de Síndrome Metabólico realizado por la División Ciencias de la Salud de Uninorte mostró que en Barranquilla tenemos mayor prevalencia de esta condición, ya que 39 de cada 100 personas que viven en la ciudad cumplen criterios para el diagnóstico de este Síndrome.

Adicionalmente, según la OMS, desde 1980 la obesidad se ha doblado en todo el mundo: solo en el 2012 más de 40 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso. Actualmente, casi un tercio de la población mundial, cerca de 2.100 millones de personas, sufren este mal. Y en América Latina, casi la cuarta parte, unos 130 millones, es obesa o tiene sobrepeso.

Hace 30 años se introdujo el concepto de índice de masa corporal (IMC) y se definieron puntos de corte para definir el sobrepeso y la obesidad en adultos. El índice es la relación entre el peso y la talla, si esta es igual o superior a 25 determina sobrepeso y si es igual o superior a 30 es obesidad. Solo hace 20 años se definieron los mismos puntos para adolescentes y niños.

'La obesidad es un problema de salud pública; cualquiera persona está propensa a padecerla. Cuando nos enfrentamos a un paciente con este diagnóstico, debemos, además de decirle que es obeso investigar profundamente acerca de la causa y orientar acerca de los pasos siguientes que se deben dar una vez esta sea detectada', expresó Rusvelt Vargas, docente del programa de Medicina y miembro del Grupo de Investigación Proyecto UNI, Salud Pública de Uninorte.

Vargas, junto con cuatro expertos de distintas disciplinas: medicina, genética, psicología y comunicación, se reunieron en la sexta entrega de Café Tertulia Ciencia a Tu Alcance, organizado por la Dirección de Investigación e Innovación de la Uninorte. En el espacio se discutió sobre los factores que contribuyen a la aparición de la obesidad, la influencia de la genética y las claves para mantener un peso ideal. 

La cultura del sedentarismo

Además de lo anterior, investigaciones realizadas en países como Estados Unidos —que encabeza la lista de países con más casos de personas obesas— demuestran una relación directa entre malos hábitos sociales y la obesidad. Como lo expuso Jesús Arroyave, miembro del Grupo de Investigación en Comunicación y Cultura de Uninorte.

'Antes estábamos acostumbrados a ver series dramatizadas, por lo general de origen estadounidense, con alguna trama en específico, cada episodio iniciaba y terminaba con una historia distinta. Sin embargo, hoy existen las hiperseries, con historias que se desarrollan en 12 o 13 capítulos y mantienen al espectador pegado a la silla, durante semanas e incluso meses, causando sedentarismo y poca actividad física', afirmó.

Una adicción. El cerebro del obeso se ha relacionado con el cerebro del adicto. La obesidad tiene factores adictivos, lo que hace que luchar contra esta condición sea aún más difícil. Además, 'no estamos hechos biológicamente para el nivel de estrés y sedentarismo con el que vivimos', advirtió Luis Felipe Zapata del Grupo de Investigación en Psicología de Uninorte. Si el hombre cambiara su estilo de vida y su alimentación, los niveles de mortandad por enfermedades crónicas disminuirían notoriamente.

En definitiva, poner freno a esta tendencia se hace inevitable, predicciones de la OMS estiman que para el 2030 la población obesa en Latinoamérica llegará al 30%. En muchos países ya han empezado a implementar una serie de políticas para disminuir el problema de salud, como el aumento de los impuestos a los alimentos que contienen calorías y restricciones a la publicidad de estos alimentos y bebidas dirigida a niños; y por supuesto la exigencia de un número mínimo de metros cuadrados por habitantes para la práctica de actividad física.

'La parte conductual, que es trabajar el tema de los cambios hábitos: alimentación y actividad física, se aumentaba en un 25 a 30% de posibilidades de bajar de peso. Aunque sigue siendo bajo para poder lograr el objetivo con el paciente', agregó Omar Pérez, médico pediatra y nutriólogo. Eso quiere decir que el tratamiento es mucho más complejo de lo que se presume. A la estrategia individual, hay que incorporarle el ámbito familiar y social, que conlleva a mirar la ciudad como una más saludable.

Enfermedad del S. XXI

El aumento en la ingesta de alimentos hipercalóricos ricos en grasa, sal y azúcares se une a la disminución de la actividad física como causas principales de la obesidad. En la última Encuesta de Nutrición Nacional se señala que la población del departamento del Atlántico tiene la mayor deficiencia de Vitamina A, presentes en las frutas y verduras de color rojo y amarillo-naranja. Y además, la gente de este departamento tiene mayor facilidad de consumir alimentos con alta densidad calórica. No obstante, aunque esta enfermedad no sea hereditaria, estudios han revelado que algunos genes relacionados con la alimentación se han asociado con la aparición de obesidad en algunos pacientes. Aproximadamente 150 genes están relacionados con la obesidad, aunque las investigaciones que la relacionan con la genética todavía son escasas.