Cristóbal Navarro y Sor Fanny Navarro estaban tranquilos en el último consultorio de un pasillo del Cari. Hace tres meses, en palabras de ella, su hija María Fernanda 'les cambió la vida'.
Ellos, por sugerencia de una amiga cercana a la familia, llevaron a su bebé a la brigada de la Fundación Cardioinfantil y su aliada, la Fundación Conciencia Social, para diagnosticar a los niños con sospecha de enfermedades cardiovasculares.
Márbel Rodríguez, trabajadora social de la Fundación Cardioinfantil, es el último eslabón en la cadena de atención, aquella que empieza por la asignación de turno y la toma de signos vitales.
'Cuando tiene el niño un diagnóstico se establece una prioridad, hay un shock en la familia. Nuestra tarea es bajar la ansiedad, comprender la angustia, hacerles entender que la enfermedad se ve por pasos y hay que ser pacientes', cuenta Rodríguez, que lleva más de dos décadas en la fundación y ya perdió la cuenta de las brigadas a las que ha asistido.
En el caso de María Fernanda se trata de una 'cardiopatía de los niños con síndrome de Down, aunque el síndrome no está confirmado todavía', según explicó su mamá.
La idea es que después del diagnóstico 'todo sea más rápido', porque aunque han conseguido órdenes, los trámites siguen siendo lentos y la operación de María Fernanda necesaria.
La jornada, que continuará hoy, tuvo 420 inscritos y 35 voluntarios, un equipo de especialistas que brindaron sus conocimientos al servicio de los más pequeños.
La enfermera jefe Amanda Guacaneme estuvo en la parte de electrocardiograma, califica de 'fantástica' esta experiencia. 'Conocer el entorno. Es una satisfacción personal porque es lo que lo mueve a uno a trabajar por los demás'.
SONRISAS
Jhonaiker Díaz tiene cinco años y una sonrisa que nunca se oculta. Su mamá lo llevó porque presenta un soplo en el corazón. En signos vitales, la primera parada, el cariño para que se sintiera a gusto fue la clave. No importa cuántos niños sean, todos eran recibidos con algún ‘pechiche’ y de recuerdo, una chupeta.
Sabe hacer el corazón con sus manos y pintarlo en una hoja, no le duele que le pongan cables en su pecho, por el contrario, sonríe, habla con los especialistas y disfruta cada experiencia.
Su diagnóstico fue estenosis pulmonar leve. Deberá ser juicioso con sus idas a control anualmente y con las recomendaciones de los doctores. De resto, podrá seguir siendo 'hiperactivo', como califica entre risas su mamá las travesuras que a diario hace.
Claudia Stapper, cardióloga pediatra de la Cardioinfantil, estuvo haciendo la evaluación ecocardiográfica para determinar si los niños tienen alguna malformación cardiovascular y necesitan algún manejo por cirugía o cateterismo. Ella ha estado en las 13 brigadas realizadas en la ciudad, en lo que llama 'una experiencia gratificante que ofrece una esperanza de vida a los niños y familias'.
La doctora Stapper es mamá, recuerda que cada niño es una historia 'que generalmente tiene un final feliz' y que aquellos sacrificios en el tiempo que debe estar fuera de casa para recorrer ciudades los entienden en la familia.
'Lo aceptan con gusto porque saben que estamos ayudando y cambiando la vida de algunas personas', confiesa.
Las sonrisas se repiten en medio de la tensión de un diagnóstico y el latido de aquellos pequeños corazones en la brigada, esos que en caso de necesitarlo, viajarán a Bogotá a tener una nueva esperanza de manera gratuita.