Estados Unidos podría salvar más vidas si aceptara trasplantar riñones de donantes tan mayores como en Francia, concluye un estudio francés publicado este lunes.
Investigadores del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica (INSERM) de París compararon diez años de datos de trasplantes en ambos países (2004-2014), y hallaron que la edad promedio de un donante de riñón fallecido era de 39 años en Estados Unidos en 2014, contra 56 en Francia.
'Son casi veinte años más en promedio, es descomunal', dice a la AFP el profesor Alexandre Loupy, autor principal del estudio.
Con el transcurso de los años, ante la escasez de donaciones de órganos, Francia ha aumentado el umbral de riesgo para aceptar riñones de donantes mayores para los pacientes de mayor edad en lista de espera.
Esto responde a que los pacientes viven más tiempo con un riñón 'viejo' que dializándose, y con una mejor calidad de vida, añade Loupy.
En contraste, los centros estadounidenses han mantenido una precaución excesiva, de acuerdo con los investigadores franceses. Dan mucha importancia a la edad del donante en la evaluación de la calidad del implante y en consecuencia han descartado el doble de riñones que los centros franceses (18% frente al 9%) durante el período de estudio.
'Existen restricciones presupuestarias e indicadores de desempeño que les impiden realizar trasplantes de riesgo', dice Loupy. 'Reciben riñones y descartan 3.500 por año, el equivalente de lo que se trasplanta en Francia'.
Ambos países tienen sistemas de salud y poblaciones diferentes, lo que limita las comparaciones.
No obstante, los investigadores se plantearon qué sucedería si los estadounidenses adoptaran los criterios franceses. Y calcularon que se podrían haber trasplantado 17.000 riñones más en diez años y se habrían ganado 132.000 años de vida acumulados entre 2004 y 2014, según el estudio publicado en la revista de la Asociación Estadounidense de Medicina (JAMA).
'Un paciente de 70 años no necesita un implante que funcione durante 30 años', sostiene Loupy, quien espera que el estudio abra la posibilidad de que Estados Unidos flexibilice los criterios de sus políticas de trasplantes.
El presidente Donald Trump firmó un decreto el 10 de julio que establece el objetivo de duplicar la cantidad de riñones disponibles para trasplantes para 2030.