El escritor y dramaturgo ruso Nikolái Gógol dijo en su novela Almas Muertas que 'el pánico es más contagioso que la peste y se comunica en un instante'.
Alrededor de 200 años después, en una época mediada por las tecnologías de la información y las comunicaciones, la reflexión del novelista en su obra cobra relevancia ante la llamada'infodemia' que define la Organización Mundial de la Salud (OMS) al referirse a la desinformación que circula en internet y medios de comunicación con respecto al brote del coronavirus (Covid-19).
La entidad se pronunció con preocupación sobre la confusión que ha surgido como agravante de la crisis sanitaria, que en palabras de su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, obstaculiza las medidas de contención del brote, propagando pánico y generando división.
Según la organización, el virus se extendió hasta ahora por casi todo el mundo a una velocidad vertiginosa, pero aún más rápido creció la desinformación, lo que constituye un agravante de la situación.
'No estoy inquieto ante la palabra pandemia, estoy más preocupado por la reacción del mundo', dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus en una rueda de prensa realizada esta semana en Ginebra, en la que instó al planeta a combatir el coronavirus desde todos sus frentes.
Información
Para el filósofo y docente de la Universidad del Atlántico, Numas Gil, existe en la sociedad un 'analfabetismo' generalizado en el que 'las personas dicen estar informadas, pero en realidad no lo están'.
'La informática nos hace sentir a todos informados pero nos quedamos sin información y sin formación porque no tenemos educación para reconocer cuándo algo es o no real. Hay gran confusión y la humanidad es la que sufre', manifiesta.
La filósofa Karen Matallana añade a la anterior reflexión que el pánico afecta directamente el orden social, incluso, el de todas aquellas sociedades que dicen estar 'preparadas' para combatir la enfermedad.
'No se trata de una mera afectación física, sino de una afectación de psicosis colectiva o histeria colectiva, que termina agravando más la situación de cada territorio. Ahora bien, si analizamos las repercusiones que tiene el miedo en el aspecto social de cada individuo, podemos observar que se determina a través de distintas reacciones. Hay quienes a partir del miedo vencen obstáculos y son impulsados a sobresalir ante la situación de adversidad, pero, por otro lado, hay quienes se estancan o se paralizan'.
En el desarrollo de esta crisis y al final de esta, señala Matallana, 'se percibirá la inteligencia de los territorios para enfrentar el caos, y el miedo que se desprenderá del mismo'.
Otro aspecto importante para analizar, dice la filósofa, es la forma en la que se rompen y varían hábitos implícitos en nuestra cultura como los saludos, la alimentación y la socialización.
'Por lo anterior, se hace necesario, promover la cultura del respeto ante esta adversidad, un respeto que nos ayude a sobrellevar la forma abrupta y repentina de los cambios'.
El movimiento
Para Edwin Corena, magister en Historia y candidato a doctor en Historia Contemporánea, explica que a principios del siglo XX, el futuro se imaginaba desde el movimiento.
El investigador, afirma que en un mundo al que se le impide que se mueva —bajo las medidas de aislamiento y suspensión de actividades colectivas— puede llevar a millones de personas a experimentar la disminución de los pasos que da cada día.
'Esto no es menor, de hecho podría conducir a vindicar el papel de la quietud, de la lentitud, como ámbitos de la existencia humana que pudiesen potenciar la reflexión sobre lo que somos como mundo'.