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Los coágulos de sangre, grandes y pequeños, se han convertido en una de las complicaciones en algunos pacientes con COVID-19.

En las últimas semanas, se han recibido varios informes acerca de los efectos que puede tener la enfermedad por el nuevo coronavirus en todo el cuerpo, muchos de ellos ocasionados por los grumos de sangre.

Behnood Bikdeli, becario de cardiología de cuarto año en la Universidad de Columbia en New York, afirma que 'cualquier persona con una enfermedad grave está en riesgo de desarrollar coágulos, pero los pacientes hospitalizados con COVID-19 parecen ser más susceptibles'.

Investigaciones adelantadas en Países Bajos y Francia sugieren que los coágulos aparecen entre el 20% y 30% de los pacientes con COVID-19 en estado crítico.

Los científicos empiezan a manejar algunas hipótesis para darle explicación a este fenómeno, y recientemente han lanzado estudios para aclarar un poco más el panorama. Aunque el creciente número de decesos diarios los está llevando a una carrera contra el tiempo para probar medicamentos que ayuden a frenar los coágulos.

Estos grumos de sangre están compuestos por grupos de células y proteínas en forma de gelatina que funcionan como mecanismo del cuerpo para detener el sangrado.

Algunos investigadores ven la coagulación como una característica clave de COVID-19. Pero no es solo su presencia lo que desconcierta a los científicos: es cómo se muestran. 'Hay tantas cosas sobre las presentaciones que son un poco inusuales', dice James O'Donnell, director del Centro Irlandés de Biología Vascular en el Royal College of Surgeons en Dublín.

Hasta el momento los anticoagulantes no han evitado la aparición de grumos de sangre en personas con COVID-19. Los jóvenes han sido víctimas de esta situación pues mueren por accidentes cerebrovasculares causados por los bloqueos en el cerebro.

Muchas personas que se encuentran hospitalizadas presentan altos niveles de un fragmento de proteína conocido como Dímero D, este se genera cuando se disuelve un coagulo. Al parecer, esta pieza es un poderoso predictor de mortalidad en pacientes hospitalizados.

Los investigadores también se han encontrado con coágulos en miniatura en los vasos más pequeños del cuerpo. Jeffrey Laurence, un hematólogo de Weill Cornell Medicine en la ciudad de Nueva York, analizó junto a varios de sus colegas muestras de pulmón y piel de tres infectados con la COVID-19. EL equipo descubrió que los capilares estaban obstruidos con coágulos. Otros grupos de investigación han informado sobre hallazgos similares.

'Esto no es lo que esperarías ver en alguien que solo tiene una infección grave', dice. 'Esto es realmente muy nuevo'. Esto podría ayudar a explicar por qué algunas personas tienen lecturas críticamente bajas de oxígeno en la sangre y por qué la ventilación mecánica a menudo no ayuda. Es un 'doble golpe', afirma el doctor O'Donnell.

Aunque se desconoce la razón de esta coagulación, algunas hipótesis apuntan a que el SARS-CoV-2 posiblemente está atacando directamente las células endoteliales que recubren los vasos sanguíneos.

Las células endoteliales albergan el mismo receptor ACE2 que el virus usa para ingresar a las células pulmonares. Y hay evidencia de que las células endoteliales pueden infectarse: los investigadores del Hospital Universitario de Zurich en Suiza y del Hospital Brigham and Women's en Boston, Massachusetts, observaron el SARS-Cov-2 en las células endoteliales dentro del tejido renal.

En individuos sanos, el vaso sanguíneo es 'una tubería muy suave', dice Peter Liu, director científico del Instituto del Corazón de la Universidad de Ottawa. El revestimiento impide activamente la formación de coágulos. Pero la infección viral puede dañar estas células y provocar que produzcan proteínas que desencadenan el proceso.