Carlos Riveros es un médico especialista en Medicina Interna, nacido en Barranquilla, criado en Cartagena, que actualmente está radicado en Estados Unidos.
Su impotencia al ver fallecer amigos y pacientes a causa de la Covid-19 lo llevó a evaluar y a estudiar el material que se ha venido trabajando del virus y sobre el anterior SARS (Síndrome respiratorio agudo grave, por sus siglas en inglés).
Su inquietud lo llevó a crear un tratamiento contra el virus que al parecer puede frenar la replicación de este.
'Me surgió el temor y la necesidad de construir algo porque solo estaba cruzado de brazos en aquel momento, esperando que por obra y gracia los pacientes mejoraran y se salvaran'.
Para Riveros, como médico clínico, especializado dos veces en Medicina Interna en Colombia y el exterior, la prioridad, más que encontrar una cura o una vacuna, era hallar la forma de poder neutralizar el coronavirus en la primera etapa de la enfermedad, con el fin de evitar que los pacientes tuvieran que ingresar a una unidad de cuidados intensivos, por eso su investigación se centró en buscar ‘algo’ que se pudiera utilizar en atención primaria.
El médico califica como un acierto haberse enfocado en la fase primaria del virus porque fue eso lo que lo llevó a determinar la fusión correcta entre dos medicamentos que hasta al momento han demostrado ser eficaces contra la infección.
'Yo me aparté un poco de la situación común, del qué debemos hacer en una UCI cuando ya el paciente está muy complicado. Y dije: necesitamos más investigaciones en la parte más primaria, anticiparme al momento de la complicación y ahí fue donde me enfoqué y gracias a Dios logré llegar a una conclusión de que podría funcionar algo que inhibe en la replicación viral y que a su vez disminuye la inflamación de vías respiratorias. Me me encontré con la sorpresa de que no solamente podía ser eficaz contra el coronavirus, sino también contra otros virus'.
El tratamiento, que tiene como modo de empleo inhalaciones o nebulizaciones, inicialmente fue utilizado por el médico bajo una situación de riesgo laboral en la cual pensó que se había contagiado, aunque no presentó síntomas, y seguidamente fue usado por un colega cercano que sí presentó una neumonía leve, que mejoró a partir de la tercera dosis. Lo que llevó a que el medicamento se propagara entre familiares y amigos cercanos.
El estudio, que lleva entre cuatro y seis meses en curso, se encuentra radicado en el Invima, pasó la primera fase de seguridad y actualmente está en la segunda fase de eficacia.