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En muchas cocinas, los sartenes suelen conservarse durante años sin ser reemplazados, pese al uso frecuente. Sin embargo, existen señales claras que indican cuándo es necesario renovarlos. La integridad de los materiales con los que están fabricados puede degradarse con el tiempo y el uso intensivo, comprometiendo tanto su funcionalidad como la seguridad de los alimentos.

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Uno de los signos más comunes de desgaste es la pérdida de la capa antiadherente. En los utensilios recubiertos con politetrafluoroetileno (PTFE), el deterioro progresivo puede hacer que los alimentos se adhieran con mayor facilidad, dificultando la limpieza y facilitando la liberación de sustancias potencialmente nocivas.

Rayones visibles o zonas donde el recubrimiento se ha desprendido indican que la superficie ya no ofrece la protección necesaria y que podría estar exponiendo al alimento a materiales no aptos para el consumo.

El sobrecalentamiento representa otro factor de riesgo. Dejar una sartén vacía sobre una hornilla encendida durante varios minutos puede elevar su temperatura por encima de los 260°C, nivel en el cual algunos recubrimientos antiadherentes comienzan a degradarse.

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Según el portal especializado “Teflón”, en estas condiciones pueden liberarse gases que resultan tóxicos en espacios mal ventilados.

A lo anterior se suman consideraciones sobre los materiales empleados en la fabricación de sartenes.

En décadas pasadas, algunos utensilios incluían sustancias como el ácido perfluorooctanoico (PFOA), un agente utilizado para fijar el teflón, que hoy ha sido catalogado como posible cancerígeno.

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Aunque el uso de PFOA ha sido restringido en muchas regiones, la existencia de utensilios antiguos en los hogares podría representar un riesgo si aún están en uso.

Frente a estas preocupaciones, algunos medios especializados han propuesto alternativas a los recubrimientos tradicionales.

El acero inoxidable es señalado como una opción duradera y segura, mientras que el hierro fundido, aunque más costoso y pesado, ofrece buena retención de calor sin necesidad de recubrimientos químicos.

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También existen opciones como la cerámica y el barro cocido, recomendadas en tanto sean adquiridas en lugares confiables para garantizar su autenticidad y calidad.

El aluminio, por su parte, ha sido desplazado progresivamente debido a dudas sobre su seguridad a largo plazo, aunque sigue comercializándose como alternativa económica en algunos mercados.

Ante estos factores, expertos en cocina saludable recomiendan evaluar periódicamente el estado de los utensilios de cocina. El uso continuo, la aparición de rayones o la pérdida de propiedades antiadherentes deben ser considerados señales para realizar un reemplazo.

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Más allá de la comodidad al cocinar, la renovación oportuna de un sartén puede contribuir a reducir riesgos asociados con la preparación de alimentos.