La siesta, una práctica muy antigüa arraigada en diversas culturas, ha sido objeto de debate y estudio científico durante años. Si bien algunos la consideran una muestra de pereza, cada vez más investigaciones respaldan los beneficios que esta puede tener para la salud.
La Fundación Española del Corazón señala que, a diferencia de la mayoría de los animales que alternan fases de sueño y vigilia, los seres humanos suelen dormir una sola vez al día, pese a que se tiene conocimiento de que una siesta corta puede tener efectos considerablemente positivos sobre el organismo.
Un reciente estudio de la Universidad de Murcia, en colaboración con la Universidad de Harvard, ha reavivado el interés en esta temática, que anteriormente ya ha sido ampliamente discutida.
Tras su investigación, los profesionales concluyeron que un descanso de menos de 30 minutos es ideal para “resetear” el día y reducir el riesgo de obesidad y problemas metabólicos. En cambio, las siestas prolongadas pueden aumentar el índice de masa corporal (IMC) y predisponer a padecer síndrome metabólico (SM), que incluye factores de riesgo como obesidad, resistencia a la insulina e hipertensión.
La Fundación Española del Corazón también respalda estos hallazgos, señalando múltiples beneficios de las siestas breves, entre ellos: