Un grupo de investigadores de la Universidad de Lund, en Suecia, publicó un estudio sobre la relación entre los tatuajes y el linfoma, que es un cáncer que comienza en las células del sistema linfático. Aunque los hallazgos de la investigación son tempranos, arrojó datos preocupantes para los amantes de la tinta.
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Para el estudio, 1.398 personas que padecieron linfoma cuando tenían entre 20 y 60 años fueron sometidas a un cuestionario sobre factores del estilo de vida para determinar si estaban tatuados o no. Sus repuestas fueron comparadas con las de un grupo de control de 4.193 personas.
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“Para el individuo, es bueno saber que los tatuajes pueden afectar su salud, y que debe recurrir a su proveedor de atención médica si experimenta síntomas que cree que podrían estar relacionados con su tatuaje”, señaló la autora principal del estudio, Christel Nielsen, de la Universidad de Lund.
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Los resultados de la investigación dan cuenta de un aumento del riesgo de padecer linfoma en personas con tatuajes.
“Después de tomar en cuenta otros factores relevantes, como fumar y la edad, encontramos que el riesgo de desarrollar linfoma era un 21 por ciento más alto entre los que estaban tatuados”, explicó Nielsen en un comunicado de prensa de la Universidad de Lund.
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Puntualiza que “es importante recordar que el linfoma es una enfermedad rara y que nuestros resultados se aplican a nivel de grupo. Los resultados ahora deben verificarse e investigarse más a fondo en otros estudios y dicha investigación está en curso”.
La conclusión del estudio es que un tatuaje, independientemente de su tamaño, desencadena una inflamación de bajo grado en el cuerpo, que a su vez puede desencadenar cáncer, según explicó Nielsen.
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“Ya sabemos que cuando se inyecta la tinta del tatuaje en la piel, el cuerpo interpreta esto como algo extraño que no debería estar ahí y se activa el sistema inmunológico. Una gran parte de la tinta se transporta lejos de la piel, a los ganglios linfáticos donde se deposita”, agregó.