El sueño es un factor que juega un rol fundamental en la salud y el desarrollo de los adolescentes, una etapa de la vida donde los patrones de sueño sufren grandes cambios. Según especialistas, los jóvenes necesitan entre ocho y diez horas de sueño cada noche para un desarrollo óptimo. Sin embargo, la realidad es que muchos no logran alcanzar este objetivo, lo que puede tener consecuencias graves para su salud y bienestar.
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La pediatra especialista en sueño, Lisa Meltzer, del National Jewish Health, expuso en una entrevista para CNN que durante el sueño se llevan a cabo funciones esenciales como la toma de decisiones, la regulación del movimiento y el control de impulsos. Además, la hormona del crecimiento, crucial para el desarrollo físico, se libera principalmente durante las horas de sueño.
A pesar de estas necesidades, el estilo de vida moderno, marcado por un uso intensivo de dispositivos electrónicos, está afectando negativamente los hábitos de sueño de los adolescentes.
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Meltzer señaló que muchos jóvenes se distraen con sus celulares y otros dispositivos, lo que reduce significativamente el tiempo que dedican al descanso. Para mitigar este problema, recomendó a los padres usar las herramientas disponibles en las plataformas de redes sociales que envían alertas para desconectarse y prepararse para dormir.
La falta de sueño en los adolescentes no solo afecta su desarrollo psicomotriz y social, sino que también aumenta el riesgo de diversas enfermedades. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) advierten que los adolescentes con déficit de sueño tienen mayores probabilidades de padecer obesidad, diabetes, lesiones, problemas de salud mental, y dificultades de atención y comportamiento.
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Un estudio reciente también mostró que la falta de sueño en adolescentes está vinculada a una disminución en el rendimiento académico y un aumento en comportamientos de riesgo. Además, el sueño insuficiente puede afectar la regulación emocional, llevando a una mayor incidencia de trastornos como la depresión y la ansiedad.
Los expertos recomiendan establecer una rutina de sueño consistente, lo que implica ir a la cama y despertar a la misma hora todos los días, incluso los fines de semana, con una variación de no más de dos horas. Esta regularidad ayuda a estabilizar el reloj biológico y mejora la calidad del sueño.