Compartir:

Esta mañana al enterarme sobre la muerte de Ennio Morricone sentí un nudo en la garganta muy fuerte, pues se iba el genio que había convertido la música para mí en una relación intensa, íntima y necesaria. Música que tanto me inspiraba y que había quedado grabada en una memoria sentimental.

Ennio Morricone compuso las bandas sonoras de algunas de las películas que más me gustan y que más he interiorizado a lo largo de mi vida. Es por ello que esta relación amorosa con Morricone empieza en 1989, a mis 12 años, cuando mi padre nos dice a mi hermana y a mí que nos va a llevar al cine a ver una película italiana que acababa de llevarse el Oscar como mejor película extranjera, ‘Cinema Paradiso’ del director italiano Giuseppe Tornatore, una historia sobre la amistad paternofilial, amores amargos, despedidas y amor por el cine. Tiene magia, honestidad y unas actuaciones para nunca olvidar.

Íbamos sin expectativas y un poco aburridas mi hermana y yo, pues a esa edad lo que nos interesaba eran otro tipo de películas, pero nos fuimos metiendo en esa cápsula del tiempo donde la música era tan poderosa, que hacía que nuestros ojos no se desprendieran de esa pantalla.

Una vez terminó la obra, no podía contener las lágrimas, no sabía si lloraba de alegría o nostalgia. Era una tristeza feliz. Nunca antes en una película había experimentado tantas emociones y todo esto lo condujo Morricone con la música que en esos momentos finales interpretaba. Era capaz de elevarnos y traspasar la pantalla para introducirnos en una melancolía y añoranza que nos empujaba a sentir y a vivir las mismas experiencias de su protagonista Salvatore (Toto), quien termina consiguiendo su sueño personal dejándolo todo atrás, recordándonos que todos podemos, y debemos seguir soñando.

Así pues, me une a Morricone un lazo emocional, sólido, y hermoso que se expande una vez empiezo a conocer su trayectoria musical, escuchándolo desde pequeña a altos decibeles gracias al gusto musical de mi padre. La razón por la que siempre poníamos su música era porque venía acompañada de emociones, nos transmitía todos los sentimientos y recuerdos, recreándonos una atmósfera de la cual no queríamos salir. Es por esto que muchas veces recordamos más la música que la película. Morricone es la película.

Nos llega a todos por igual, llega a todas las personas de alguna u otra forma, convirtiendo la película en una obra y experiencia musical.

Si alguna vez tuvieron la oportunidad de ver ‘La Misión’, ‘Cinema Paradiso’, ‘Los Intocables’ y tantas otras… entonces seguro se preguntaban quién estaba detrás de esa música que nos llega al alma y se adapta a los diferentes estados de ánimo de la película. Pues es este genio compositor, ultra disciplinado, que innovaba muchísimo para la época, que trabajaba con los distintos sonidos que nos rodean, revolucionando así las bandas sonoras, cambiando para siempre la historia del cine. De esta manera con su partida finaliza una era musical en el mundo del cine. Grazie Maestro por tanto.