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Hace nueve años Tavo Paternina encontró en el arte de tatuar una fascinación 'inexplicable' y una práctica que le ha dado su sustento. Al evocar su día de trabajo antes de que la pandemia lo 'encarcelara' en casa, dice que su jornada laboral empezaba en su tienda Tattoo Galería a las 8:00 de la mañana donde, generalmente, atendía como mínimo a dos personas que disponían sus pieles como lienzos.

Luego, tres días después de que fuera decretado el aislamiento preventivo, se vio en la obligación de cerrar su local debido a que el común denominador de sus clientes eran extranjeros. Fue así como le dio un ‘stop’ a su labor, no sin antes cancelarle un mes de sueldo adelantado a la persona encargada de concretar las citas y de llevar la organización de los horarios de los tatuadores de su tienda.

'Al principio sentí mucho pánico, pero en todo este tiempo he podido subsistir gracias a unos ahorros que tenía y al buen portafolio financiero que he manejado por años. También conté con que el local es propio, así que no he tenido que correr con el pago de un arriendo. Aun así veo a muchos colegas que están pasando por una situación difícil (...) hay una incertidumbre generalizada porque un día nos dicen que el virus se comporta de cierta manera y al otro se difunde que la enfermedad funciona de otra forma; siempre está cambiando algo; sin embargo, soy consciente de que lo primero siempre debe ser la salud'.

Hoy, cuando han transcurrido más de 100 días de aislamiento, explica que ha tenido que volver a tatuar, atendiendo a dos personas a la semana, como máximo, debido a que —como muchos colombianos— tiene gastos básicos de vivienda, alimentación y manutención de su hijo.

'Antes de que sucediera la pandemia las medidas de bioseguridad que manejábamos en la galería de tatuajes siempre fueron extremas porque somos conscientes de que trabajamos con agujas y muchas veces hay sangre, y entendemos que la salud de todos depende de eso; así que ahora sigo con las medidas, haciendo uso de gel antibacterial, tapabocas, guantes, careta, y bata antifluido. En el local, un espacio de 54 metros cuadrado, estoy atendiendo a una persona con cita previa, normalmente son amigos, quienes me cancelan a través de transferencias a mi cuenta (...) ahora estamos haciendo lo que podemos, tampoco voy a decir que me estoy muriendo de hambre, pero la situación es compleja'.