Así como los entrenadores y deportistas establecen ciertas señas para dar paso a la siguiente estrategia y sorprender a sus rivales, el fallecido cantautor cartagenero Álvaro José Arroyo González, mejor conocido como Joe Arroyo, estableció sus propios códigos con sus músicos de la Orquesta La Verdad para no perder el factor sorpresa ante el público.
Este domingo 26 de julio se cumplen nueve años de la partida del artista más vendedor de la música tropical colombiana, ese que con su portentosa voz se erigió como un coloso de nuestra música y en referente directo para la nueva camada de artistas que reconocen en el ‘Centurión de la Noche’ uno de los artistas más creativos y versátiles del mundo.
Y es que si había algo que sacaba de quicio al artista que falleció a consecuencia de una falla multiorgánica (sufría de diabetes e hipertensión), era que algún presentador anunciara el tema que junto a su orquesta La Verdad interpretarían para abrir su show. Su molestia era evidente, incluso si estaba en una cabina de radio y algún locutor le marcaba el tema a interpretar.
Así lo explicó en diálogo con EL HERALDO Luis Ojeda, quien fungió como mánager de la Orquesta La Verdad.
'Joe tenía una manera muy particular de identificar sus canciones, nunca las llamó por sus nombres, sino que las relacionaba con algunas señas y eso lo tenía que saber toda la orquesta. Cada músico debía conocerlas para no perder así la expectativa que generaba en el público una figura tan grande'.
De esta manera, este hijo adoptivo de Barranquilla creó su código para desarrollar su repertorio. Por ejemplo, para que sus músicos interpretaran A mi Dios todo le debo miraba hacia el cielo y unía las manos en señal de oración.
Para invocar las notas de Tania, hacía como si midiera a una persona de baja estatura. En Confundido se llevaba el dedo índice a la cabeza y lo movía de manera circular aduciendo locura.
La rebelión, uno de sus súper éxitos, sonaba solo cuando Joe se llevaba la mano a la nariz y con sus dedos creaba una especie de argolla, lo anterior en alusión a los negros esclavos. Si miraba al cielo solamente, sus músicos de inmediato debían sonar las notas de Tumbatecho. También emulaba a un butifarrero dándole toques a su palangana para darle paso a Echa’o pa’ lante.
'Para Tamarindo seco dibujaba con las manos la forma de una patilla, con El caminante movía los dedos de la mano a toda velocidad y para Falta la plata hacía como si contara billetes'.
Ojeda también recordó una anécdota ocurrida en un concierto que ofrecieron en 1986 en Maicao (La Guajira), donde Joe quiso que sonara Mi Mary, y para ello hizo una señal de una mujer embarazada, lo cual creó una confusión entre los músicos que por un lado interpretaron Mi Mary y otros Echa’o pa’ lante.
'El tema recién había salido y todavía algunos no tenían claro ese código, porque Mary Luz Alonso, quien fue su mujer, estaba embarazada, pero eso no se socializó. Al final se enmendó el error y todos se sintonizaron con Mary'.
Alejandro Espinosa, magíster en Lingüística y catedrático de Semiótica del programa de Comunicación Social yPeriodismo de la Universidad Autónoma del Caribe, ahondó en este tipo de códigos establecidos por el ‘Súper Congo del Carnaval’.
'Esto amerita un análisis semiótico debido a que hay un juego de signos para representar una idea. Joe Arroyo y su grupo estructuraban sus canciones de una manera particular, algo que se reflejaba en sus presentaciones, eso hacía parte de ese imaginario que ellos iban creando con sus señas y que los hacía únicos a través de ciertas señas que describían a la perfección cada canción'.
Agrega el profesor Espinosa: 'Joe le cantaba a la alegría, la tristeza, a la esclavitud y le daba un nuevo sentido. Diomedes, por ejemplo, hablaba con naturalidad de la infidelidad, algo que en su esencia guajira es normal y así lo reflejaba en sus canciones. De esa manera Joe nos conectó con muchas de sus letras para evocar sentimientos de alegría, haciendo que la gente baile mientras él narra una historia. Él sabía en qué momento hacer la señal, todo estaba coordinado para que se produjera un efecto semiótico'.
También tenían su jerga
Ricardo ‘el Pin’ Ojeda, timbalero durante 27 años de la orquesta La Verdad, se refirió a la jerga que Joe implantó en su orquesta, la cual bautizaron como ‘reversino’ y que consistía en hablar al revés.
'Eso era algo muy de calle, del bacán de esquina, y que adoptamos en el grupo. A La noche le decíamos ‘La Cheno’, para anunciar En Barranquilla me quedo, Joe aplicaba el reversino ‘quilla barran me doque’. Yo hablo aún en ‘revesino’, también Efraín Villanueva y su hermano Teddy, El Peso, Guachi y algunos músicos'.
El ahora director musical de La Nómina del Pin recordó que él y su hermano Lucho se encargaban de socializar la jerga con los nuevos integrantes. 'Yo soy un hombre de muchos dichos de calle, así que al que veía bajoneado le decía ‘aprieta la tanga’, o sea que se pusiera las pilas, y eso Joe lo metió en Pa’l bailador, también cuando queríamos bajar a alguien del bus le decíamos ‘no te vistas que no vas’ y eso lo usó en El Torito. El ‘reversino’ lo impuso Joe con el doctor Carlos Picasso, él anduvo mucho con la orquesta y los músicos aprendimos los códigos. Por ejemplo, si alguien era feo, decíamos ‘ese man si es Federico’. Nos entendíamos a la perfección porque compartíamos mucho tiempo'.
Efraín Villanueva García, bongosero y campanero de La Verdad, contó que el ‘reversino’ lo usaban mucho cuando viajaban a otros países. 'La idea era que cualquier extraño no nos entendiera, una de las frases más usadas era ‘moco semalla te’, qué significa ‘cómo se llama usted’. Eso era como un imán para la gente que enseguida nos preguntaba qué idioma era y de dónde veníamos'.
Villanueva anotó que La Verdad no usaba partitura y que en 1989, en el Madison Square Garden de Nueva York, alternaron con El Gran Combo de Puerto Rico y La Sonora Ponceña. Estrellas como Andy Montañez se percataron de que había un acople único y que todo funcionaba con señas.
'Andy se me acercó y me preguntó que si ninguno sabía leer música, le dije que algunos sí, pero que nos sabíamos el repertorio de memoria y nos comunicábamos por unas señas creadas por Joe. El tipo no ocultó su asombro'.
Villanueva contó también que a Joe le fascinaba el francés y algunas lenguas africanas. También se valía de la lengua palenquera para sus canciones, ya que al criarse junto a palenqueros en el barrio Lomas de Nariño, en Cartagena, la aprendió. En honor a su gente hizo el tema San Basilio, en el que se le escucha cantar en palenquero, algo que lo llevó a ser un artista muy versátil.