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El amor o admiración desmedidos por una persona, una idea o una creencia, muchas veces han llevado a individuos a desviar su conducta y caer en una serie de comportamientos y manifestaciones lejos de la razón, la lógica y la verdad.

Hay quienes cultivan un sentimiento errado hacia una celebridad, un equipo deportivo, un partido político o una manifestación religiosa que las aleja de todo raciocinio y los lleva a creerse con la verdad única sin darle crédito a lo que otros piensen o crean.

En diciembre de 1980 el músico John Lenon murió como consecuencia de las balas disparadas por un supuesto seguidor suyo. Lo propio ocurrió con la denominada reina del tex mex, Selena Quintanilla, en marzo de 1995. Aunque no fueron las únicas celebridades de la música, fueron los casos más sonados y recordados.

En el ámbito deportivo, seguidores del desaparecido astro del fútbol Diego Armando Maradona, lo endiosaron hasta el punto de levantar un templo en su honor, aún estando en vida. Y en Colombia, un aficionado herido en su orgullo dio muerte al también futbolista Andrés Escobar, por haber hecho un autogol en el partido entre las selecciones de Colombia y Estados Unidos, en el marco de la Copa Mundo 1994.

Estas manifestaciones de personas seguidoras o amantes de la música, el fútbol, la política o un credo religioso, son propias de quienes llevan su afición al nivel de fanatismo: un comportamiento desvirtuado de la realidad lógica que enajena a quien la demuestra hasta tal punto que se cree superior a los demás y no acepta que otros que piensen diferente pueden tener la razón

En un caso reciente, Gabriel Ferrer, un pastor de la iglesia evangélica, fue noticia por haber congregado a un grupo de seguidores de sus creencias, con los que se sometió a un ayuno y desprendimiento de sus bienes materiales, para 'esperar la venida de Cristo' y estar preparados para ir a su encuentro previsto para el pasado 28 de enero.

La actitud de Ferrer y sus seguidores, despertó la atención de autoridades, medios de comunicación y la opinión pública en general. Finalmente lo que muchos creyeron terminaría en tragedia, tuvo un final alentador para familiares de seguidores y para todos en general.

Para Jorge Eliécer Bolívar, sociólogo, y catedrático de la Universidad Simón Bolívar, el fanatismo corresponde a un sentimiento expresado por una persona o grupo de personas que defienden 'de manera exagerada y apasionada' sus creencias religiosas, políticas, artísticas o deportivas.

No en vano, los casos que se conocen de personas que asumen este tipo de conductas, las muestran como aferradas a sus convicciones, las defienden con pasión, hasta el punto de considerar sus enemigos a quienes no comparten sus ideas o las refutan.

Y aunque este tipo de conductas obedece a un estado mental como dice el profesor Bolívar, y muchas veces ese apasionamiento conduce a las personas a agredir de manera, verbal o física a sus contradictores, llegando inclusive hasta matar o suicidarse e inducir al suicidio. Esta no es considerada como una enfermedad mental, según concepto de la psicóloga Betty Ruiz, directora del programa de psicología de la Universidad Autónoma del Caribe.

El también sociólogo, Jair Vega, docente de la Universidad del Norte, considera que el fanático llega a serlo porque carece de cosas en las que apoyarse o que le llenen sus vacíos y sean afectivos, espirituales, económicos o de otra índole.

Ello puede ser el inicio de un apego desmedido y terminar en fanatismo.

Desde un enfoque psicoanalítico la psicóloga María Eugenia Reátiga, vinculada a la Universidad del Norte, asegura que esta manera de ver la vida es 'inmadura, regresiva, infantil'.

Afirma que en el fanático hay algo de omnipotencia y crueldad.

'Esa es su capa protectora porque algunos autores lo ven como una protección contra la psicosis. Una persona fanática nunca acepta incertidumbre, evolución y cambio de la vida, no acepta el misterio, ni lo que los sabios saben justo porque es algo omnipotente, y no concibe la duda', explica.

Y agrega que el fanatismo es una forma de anticonocimiento porque las personas durante su desarrollo se crean sus propios conceptos con lo que les muestra su entorno, es decir aceptan la realidad que hay a su alrededor, pero el fanático no se nutre de realidades.

Estudiosos del tema afirman que muchas veces las pasiones en el fútbol, por ejemplo, cuando se enfrentan fanáticos de equipos rivales, llegando al homicidio de algún contrario, deben mirarse más allá de lo netamente legal o policial sino agregarle el componente sociológico que lleva.