Desde las coloridas calles del tradicional barrio Carrizal, en Barranquilla, se bordan hilos de colores y telas con brillo para engalanar los tapabocas en esta época de Carnaval.
Aunque este año las carnestolendas se conmemoran a través de la virtualidad, Vilma Rosa Díaz de Herrera decidió no quedarse de brazos cruzados y adaptar su oficio de modista a la circunstancias actuales.
Esta barranquillera que ha dedicado 45 de sus 62 años a la modistería sacó adelante su sustento y el de su familia gracias al emprendimiento y la adaptación.
'Mi trabajo tiene sus temporadas: en época escolar, en diciembre y en Carnaval, son los mejores momentos del año para mí', afirma.
Vilma, por lo general, confecciona trajes, vestidos, uniformes y disfraces para su manutención desde el taller que ella misma acondicionó en una de las habitaciones de su casa.
Durante el difícil 2020, la economía de la familia Herrera Díaz se vio considerablemente golpeada, como la de la mayoría de los colombianos. Por eso, ante el incierto panorama propuesto por la pandemia, ‘Chiqui’, como la llaman de cariño, decidió reinventarse y dedicarse a diseñar el 'accesorio' más usado en el último año... el tapaboca.
'Mi sustento durante la pandemia fueron los tapabocas hechos en tela quirúrgica, vendí aproximadamente 4.000 (…) cuando la pandemia empezó yo dudé mucho, porque me los pagaban a $50 por unidad, pero me decidí y con eso me mantuve', afirma.
En años anteriores, desde la primera semana de enero, Vilma empezaba con su producción de camisas, disfraces y accesorios de Carnaval, pero este 2021 no ha recibido su primer pedido, por lo que se inventó una manera de hacer coloridos tapabocas inspirados en nuestras danzas y disfraces. 'Vendemos tapabocas de negrita puloy, cumbiambera, garabato y marimonda a $6.000 por unidad, con estos diseños recordamos nuestra tradición y no dejamos de cuidarnos', sostiene Vilma, que recibe pedidos a través de su número telefónico 3185970796.