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Por Mirtha Buelvas
Psicóloga social con estudios en Antropología

Una de las misiones culturales importantes de Barranquilla, sino la más significativa, es sostener y salvaguardar para las futuras generaciones el Carnaval, patrimonio de gran trascendencia, de valor universal, que colocó a la ciudad en el circuito cultural del mundo, con la designación, primero, de Patrimonio Cultural de la Nación, y luego, de Obra Maestra del Patrimonio Oral e inmaterial de la humanidad por parte de la UNESCO.

El Carnaval hoy necesita recurrir a la memoria. Para lograr mantener la vitalidad de esta celebración, es preciso estimular y reafirmar la fiesta pública, popular, promoverla en la comunidad y difundir su patrimonio cultural, sin embargo este ejercicio no será posible en el 2021 a plenitud, celebrarlo y vivirlo como es tradicional por la situación sanitaria conocida, pero se pueden adelantar acciones para su salvaguardia. Pensar que el Carnaval va más allá de desfiles y eventos presenciales y si no es posible hacerlos este año recordemos que ellos son solo medios, herramientas y no exactamente la tradición.

Esta es un bien común cultural y espiritual de Barranquilla que sus gestores, portadores de saberes, fuerzas públicas y privadas de la ciudad tienen la misión de sostener. Esto implica difundir y hacer conocer sus manifestaciones.

Los danzantes y bailarines que cada año debido a los afanes que trae su participación en la fiesta se ocupan demasiado, esta es una pausa, una buena ocasión para mirar su esencia, reafirmar la conciencia de su valor, examinarse bajo el lente de la salvaguardia del Carnaval para contribuir a su defensa y hacer sostenibles sus raíces sin deformarlas, no se refiere a congelar sus expresiones, se trata de darle valor al pasado que se ha fraguado por siglos, sin dejar de apoyar los nuevos valores. Considerarse guardianes de este Patrimonio Cultural.

Hoy no veremos el patrimonio material de forma directa, presencial, es decir, vivir y gozar las danzas, cumbias, letanías, disfraces, comparsas, bailes y festejos, sin embargo sí se puede ejercitar ese patrimonio inmaterial que todos los barranquilleros llevan en su espíritu, la querencia de la tradición.

El primer pilar de la salvaguarda es el conocimiento que permite el afecto y la querencia de las de la fiesta, de los portadores de los saberes, de los grupos folklóricos, y los disfraces propios del Carnaval. La difusión virtual y televisiva, creativa, contemporánea y lúdica son buenos vehículos para su comunicación que permiten hacerlo sin exponer la salud de los portadores y de todos los participantes y habitantes de la ciudad.