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Unos con cabeza abajo y manos entrelazadas, otros de rodillas en el reclinatorio. Ante un insólito panorama se encontraban los feligreses dentro de las iglesias. Dos metros separaban a cada asistente. Frente al altar, el párroco dirigía la eucaristía. Al entrar el público debía registrarse o tener una inscripción previa, tomarse la temperatura y aplicarse alcohol. Así se vivió el Miércoles de Ceniza en las parroquias Perpetuo Socorro, San Nicolás de Tolentino y Catedral Metropolitana María Reina, en Barranquilla.

Ceñidos a las disposiciones de la Santa Sede, se llevaron a cabo las eucaristías en los horarios acordados.