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Por un impacto de bala, al cuarto de hora Jonathan Quiñones Blanco casi pierde el partido.

23 de Julio del año 2005, 9:00 de la noche, barrio Rebolo. Su mamá tenía razón y hoy él lamenta no haberla escuchado. 'Ella me dijo: mijo, no salgas que el barrio está pesado, pero yo no hice caso', sostuvo Quiñones.

En un grupo de jóvenes que jugaban desprevenidos, Jonathan era uno de los protagonistas. Asegura que un policía que se desplazaba en moto le disparó.

En ese entonces solo tenía 15 años, era el júbilo de su casa y una promesa del deporte, pues jugaba fútbol y su mayor sueño era ser profesional.

Tras el accionar del arma, la bala se le incrustó en la espalda del joven.

A Jonathan se le eriza la piel cada vez que recuerda el momento. Todos sus amigos lo socorrieron y nadie le siguió la pista al uniformado.

Estaba confiado y creía que no sería algo más que un susto. 'Yo pensé que saldría bien librado de todo, sentía que me levantaría, pero después llegaron las noticias', recordó.

La bala dañó uno de sus riñones y afectó su columna, por lo que no pudo volver a caminar. 'Fue bastante doloroso. Yo era futbolista, estaba metido de lleno en el deporte y en los estudios. Mi familia siempre me apoyaba. Jugaba de defensa central y de marcador de punta en una escuela de ascenso, me tenía fe porque tenía talla, pues mido 1.87, pero mi sueño se truncó', aseveró.

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Hoy Jonathan no sabe explicar qué motivó a ese agente a dispararle.

Según le cuentan, el uniformado se detuvo unas cuadras después en un billar cercano y allí dijo: 'Ya le pegué un tiro al ratero ese',. Luego desapareció.

'Él lo hizo sin causa, no sé con qué motivo, porque me pongo a pensar y sigo sin entender', sostuvo Quiñones Blanco.

Jonathan no volvió a ser el mismo, le tocó valerse de una silla de ruedas para movilizarse, la depresión invadió su vida, así lo comentó: 'Yo duré tres meses en la clínica y luego caí en depresión. Siempre me enfermaba, me llené de escaras que solo empeoraban. Muchas veces tocó correr conmigo por mi problema de riñón, solo tengo uno y eso también dificultó el proceso'.

'No quería saber de nadie, solo quería estar ahí prisionero de mi dolor', dijo.