El funeral por el duque de Edimburgo se celebró este sábado con una solemne ceremonia en la capilla de San Jorge, en Windsor, para conmemorar la vida y el legado del consorte de Isabel II, con apenas 30 invitados y un pequeño coro que interpretó temas seleccionados por él mismo.
Fue un acto sobrio, de escala reducida a causa de la pandemia, sin sermón ni discursos de familiares o allegados –pues solo hablaron el deán de Windsor y el arzobispo de Canterbury– y con curiosos detalles cuidadosamente diseñados en vida por el propio príncipe Felipe.