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La lucha en contra de la sexualización hace eco hasta en los escenarios deportivos. Recientemente el tema del vestuario de las mujeres deportistas en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que se cumple durante estos días en la capital japonesa, fue tendencia entre los aficionados de los deportes.

El pasado 25 de julio las gimnastas alemanas participaron en sus respectivas pruebas y su vestimenta no fue un maillot, como comúnmente suele ser. Esta vez usaron trajes de cuerpo entero, tal como habían hecho en el Campeonato Europeo de Gimnasia Artística, en Basilea (Suiza) el pasado mes de abril. Esto en forma de protesta para reivindicar la necesidad de sentirse cómodas al practicar su deporte.

Elisabeth Seitz, Sarah Voss, Pauline Schaefer-Betz y Kim Bui fueron las gimnastas que dieron el paso de competir en los Juegos Olímpicos con unitardos.

'Puede haber diferentes opiniones al respecto. Y eso también está perfectamente bien. Pero lo que ya no debería existir son las gimnastas que ya no quieren practicar el deporte debido a sus atuendos ajustados. Y debería haber incluso menos gimnastas que se sientan sexualizadas. Espero discusiones y opiniones en los comentarios', escribió Elisabeth Seitz en su perfil de Instagram. 'Se trata de lo que resulta cómodo (…) Queríamos demostrar que cada mujer, cada una, debe decidir qué ropa llevar', añadió.

Sarah Voss por su parte recordó que en los entrenamientos llevan pantalones cortos y que durante la competición la sensación de que 'el maillot se mueve cuando haces muchos ejercicios' puede llegar a ser incómoda. La idea es 'sentirse bien sin dejar de ser elegante', explicó en su cuenta de Instagram.

Aunque el uso de la indumentaria fue sometida a votación entre las gimnastas previamente, estas eligieron competir con los unitardos, una equipación de cuerpo entero que cubre también hasta los tobillos.

La posibilidad de que las gimnastas usen equipaciones que no las obliguen a estar pendientes de si se mueven o de lo que dejan ver cuando hacen sus ejercicios ha sido contemplada como una forma de evitar la sexualización de las competidoras. Además, el uso de ambos trajes está autorizado por la Federación Internacional de Gimnasia (FIG).