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Con ‘Honestidad brutal’ Andrés Calamaro reconoce que hace parte de una ‘Alta suciedad’ de cronistas que cantan la vida. A sus 60 años ‘El Salmón’ argentino que logró seducir su tierra, España y Latinoamérica entera, nada, danza y canta entre excesos, bares, conciertos, humo, noches, mujeres, toros y éxito irrefutable.

Como los juglares, sus canciones son simplemente el reflejo de lo que vive y lo que ve. Sin ser altisonante o experimental, evitando los adjetivos, las fusiones, las vanidades intelectuales y las palabras complicadas. Calamaro solo describe, siente y canta así lo llamen Loco: 'Voy a salir a caminar solito… Sentarme en un parque a fumar un porrito… Y mirar a las palomas comer el pan que la gente les tira'.

‘Mil horas’, su primer gran éxito que compuso cuando era integrante de Los abuelos de la nada, junto a Marcelo ‘Cuino’ Scornik, que hace parte del álbum Vasos y besos (1983), es otro ejemplo de esa genial simpleza narrativa. Lo que algunos relacionaron con un grito político a la Guerra de las Malvinas o una oda a las drogas, él lo aclaró en menos de un minuto durante una entrevista. La canción narraba un enamoramiento colegial, una traga, una jugada hormonal y juvenil que él transformó en uno de los más grandes temas en la historia del rock en español.

'Charly no quiere contar los entretelones de ‘Mil horas’ porque cuando la escribí yo estaba enamorado de Cecilia Szperling (escritora y periodista argentina), ella era dos años menor que yo y yo estaba perdidamente enamorado (…) Era yo esperando en la calle Crámer (Buenos Aires) donde vivía con sus padres. Por eso Charly no quiere contar nada, ese es el entretelón', explicó en esa célebre entrevista que aclaró las elucubraciones de los amantes a las conspiraciones.

'La otra noche te esperé bajo la lluvia dos horas, mil horas como un perro…Y cuando llegaste me miraste y me dijiste, -loco estás mojado, ya no te quiero-'.

'El gran sello de Calamaro es la Honestidad brutal, como se llama el álbum, de sus canciones. Es un tipo que no le da miedo decir lo que piensa y lo ha hecho así toda la vida. Él deja aflorar sus influencias. Esto se nota en ‘El Salmón’, los discos que ha hecho con el tango, Tinta roja, que es una belleza de álbum con todos esos clásicos, La copa rota, la versión que le hace a El cantante de Héctor Lavoe', opina Alberto Marchena, investigador del rock y el pop, 'podcaster y music geek'.

'Me entrego al vino porque el mundo me hizo así, no puedo cambiar… Soy el remedio sin receta y tu amor, mi enfermedad… Estoy vencido por que el cuerpo de los dos es mi debilidad… Esta vez el dolor va a terminar', dice una estrofa de Mi enfermedad, un ejemplo sutil, poético y certero de lo que expresa Marchena.