'Tú no sabes lo rico que es antojarse de cualquier plato, salir al patio de tu casa y encontrar habichuela, frijol, auyama y cualquier verdurita fresca para prepararlo', dice Elizabeth Marín, una malambera de 63 años, que desde hace dos tiene una huerta casera.
Nunca se dedicó al cultivo. Su amor por las plantas era como el de cualquier persona, 'una o dos decorativas' en su casa o alguna frutal en su terraza.
Un día cualquiera, hace dos años, le surgió la idea y sembró sus primeras semillas. Para esa misma época, según cuenta la mujer, 'la situación económica estaba complicada', así que decidió esperar a ver si tenía resultado y así decidirse por sembrar más y ahorrarse unos cuantos pesos en su mercado.
'Empecé con frijol cabecita negra y cuando vi que si salían, seguí sembrando más semillitas. Ahí se despertó mi amor por esto que empezó como un hobby y ahora hace parte de mi diario vivir'.
No lo vende, siembra para su propio consumo y el de su familia. 'Nos alimentamos de nuestros propios productos, lo que compramos en el mercado ya es muy poco, es un gran ahorro', dice.
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Vive en una casa en la que el patio no es muy grande, pero abrió un espacio de tierra y allí mismo sembró más productos. En su huerta casera tiene frijol largo, habichuela criolla, zaragoza, yuca, sorgo, auyama y próximamente pepino. 'Luego de que yo había empezado a sembrar, se presentó una oportunidad con un profesor del Sena que nos enseñó los pasos adecuados, el tipo de tierra y muchas cosas que me ayudaron a seguir cultivando en casa'.
En un lugar más pequeño, en el barrio Porvenir, en Barranquilla, Vanessa Romero también tiene su propia huerta. 'El encierro y la pandemia me motivaron a aprender algo nuevo', dice la fotógrafa de 35 años.
El balcón de su apartamento le quedó a la medida para que una planta de berenjena y otra de orégano crecieran como resultado de su buen cuidado.
'Contraté un servicio en el que me hicieron la instalación completa y me asesoraron. Me proporcionaron las semillas de tomate, cebolla larga, berenjena, jalapeño, tomate, pimentón y orégano. Mi primera hortaliza fue un jalapeño, crece muy bien en esta zona por el clima', cuenta.
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Romero describe su experiencia como una actividad de 'prueba y error', pues son muchas las ocasiones en la que la planta demora más de lo esperado o sencillamente no nace, pero sin duda 'vale la pena'.
'Las plantas requieren un cuidado, yo empecé mi huerta con la intención de buscar otras vibras energéticas y de tener otra cosa que hacer en medio de la pandemia, como estaba en confinamiento podía ver el resultado de las plantas y estar más pendiente de ellas. Ahora mismo tengo solo tres, pero volveré a sembrar más'.