Transformar el barro que recogen del Río Magdalena en piezas decorativas es lo que hacen a diario los alfareros de Ponedera. A través de esta técnica, los artesanos del municipio sostienen sus hogares con la venta de las macetas y otras creaciones que vienen en diferentes formas, tamaños y colores.
Para que las piezas no se rajen los artesanos mezclan el cieno (arenilla que recogen del río Magdalena) y el barro negro (que extraen de tierra firme). Así lo explica Yarlis Mendoza, una alfarera del municipio con más de 20 años de experiencia.
Ella, que convirtió su pasión por la alfarería en su sustento de vida, aprendió de su madre, Luzmar Cano, a moldear el barro desde que tenía aproximadamente ocho años. Yarlis cuenta que 'varias veces' recibió regaños de su padre tras dañar la materia prima en algunas ocasiones, pero tiempo después afianzó sus conocimientos y ganó su confianza para tornear.
'Yo salía del colegio y corría para el torno. La alfarería para mí es toda mi vida porque yo nací en ese trabajo y ahí estoy hasta el momento', dice Yarlis.
Así como ella, en su familia varios de sus integrantes se dedican a este oficio. En Ponedera, los Cano llevan más de 45 años de trayectoria como alfareros y son reconocidos como líderes y maestros dentro del municipio.