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Lido Pimienta contestaba una llamada. Estaba sentada en una banca de la Corporación Universitaria Reformada (carrera 38 con 74). Tenía un vestido negro en el que flotaban figuras estampadas de hadas y otros seres psicodélicos. Un collar embera chamí rodeaba su cuello y parte del pecho. En su cabeza, a la que no se le ha subido la fama, un turbante rojo cubría dos trenzas de cabellera negra.

Tenía casi cuatro años que no visitaba su terruño. La última vez estaba a punto de parir a su hija Martina. Ahora, después de comerse un ‘raspao’ de tamarindo a su llegada a la Arenosa, de ser nominada a un Grammy anglo y sacudir con su música de las riveras del Magdalena el Ballet de Nueva York, volvió para presentar esa obra, entre otros temas, en un concierto que se vivirá esta noche de ‘juernes’ en el patio de la Alianza Francesa. Hay que resaltar que la barranquillera es la segunda mujer en la historia del New York City Ballet en componer y cantar para él y la primera 'no euro descendiente'.

La profecía

Ademar Pimienta, su padre, le puso el nombre de un poderoso francés que conocía, dueño de empresas y otras riquezas. El día de su nacimiento su progenitor le anticipó a su madre, Rosario Paz, que su hija también sería poderosa y famosa. La profecía se cumplió, solo que para Lido el poder no radica en el dinero sino en el arte, la música y el amor. Poco importa, por ejemplo, que esté componiendo para artistas como Bad Bunny sin dejar de lado la sensibilidad social que la identifica.

Antes de su último ensayo con un coro de mujeres caribes de la U. Reformada y el cuarteto de cuerdas RíoMar, Lido María Pimienta Paz habló con EL HERALDO. A continuación, apartes de esa conversación.