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Ponerse implantes de seno, perseguir a una mujer para hacerla creer que la iban a secuestrar, exponerse a caídas por lograr 'la foto perfecta', o hasta rellenar de crema de dientes galletas y ofrecerlas a habitantes de calle son algunos hechos que han marcado la historia de las redes sociales en los últimos años. En estas plataformas digitales solo pueden pasar dos cosas: que la comunidad repudie estos actos o que prefieran imitarlos.

Uno de los hechos más recientes que tuvo gran impacto y que incluso alcanzó a ser publicado por algunos portales digitales, creyendo que el hecho era verídico, ocurrió la madrugada del pasado domingo cuando el cantante Engell Melody fingió haber sido baleado junto a su pareja. El artista subió a sus redes un video en el que apareció tendido en una calle de Barranquilla con la camiseta manchada de sangre al igual que su pareja, siendo auxiliados por un grupo de personas que los ayudaron a subir a un taxi.

El fenómeno de los influencers va en aumento. La necesidad constante de aceptación del público ha llevado a estas figuras públicas a promover retos y bromas absurdas y peligrosas.

Estos challenges se convierten fácilmente en moda en cuestión de días, se propagan por todo el globo a la velocidad de la luz por medio de las redes sociales, pero también desaparecen fugazmente dejando a su paso víctimas, incluso mortales.

En cuanto al lado oscuro de las redes sociales puede llegar a tener serios impactos generando problemas como la ansiedad, la soledad y la depresión.

El año pasado Unicef publicó un estudio llamado 'Impacto de la tecnología en la adolescencia. Relaciones, riesgos y oportunidades'. Dentro de los hallazgos se encontró que el 98,5 % de los adolescentes está registrado en alguna red social y el 83 % lo está en tres o más.

La edad media del primer móvil es de 10,96 años. En cuanto a la supervisión parental el 23,9 % limita las horas de uso y el 13,2 % los contenidos a los que pueden acceder.