Desde que estaba en las rancherías y hacía el pastoreo con sus abuelos en territorio wayuu, David Hernández Palmar soñó con mostrar todos los arraigos de su cultura en obras audiovisuales. El ver a su madre, Flor Palmar, luchar por el derecho a la educación de los suyos, fue un impulso para empezar a construir, desde muy joven, lo que quería proyectar en el mundo del cine.
Él relata que sus padres lo apoyaban en 'todas las locuras' que se metía y le daban ánimo y consejos. Actualmente es un reconocido productor audiovisual, cineasta, curador y fotógrafo. Es todo un agregado de saberes, pues también es licenciado en Periodismo de la Universidad Rafael Belloso Chacín (Urbe), de Venezuela.
'Construir la autoestima de los pueblos a través de los imaginarios' es una de las reflexiones a las que ha llegado David, quien desde los 25 años tiene su foco puesto en las cámaras, en crear historias de la 'vida cotidiana', sencillas, relatos 'no rebuscados', pero sí con 'profundidad', esos que narran el ecosistema indígena desde la raíz y la reciprocidad.
Perteneciente al clan Ipuana, Hernández está próximo a estrenar un nuevo cortometraje titulado Süküjula Tei (Relatos de mi madre), es el episodio tres de siete que integran la primera temporada. El corto que se grabó durante el confinamiento tiene como protagonistas a dos hermanas: Amaliata y Rosa, esta última una sabia mujer wayuu que les enseña a los nietos de su hermana la importancia de la reciprocidad dentro de su cultura.
Se trata de una adaptación de un cuento que describe su madre, Flor Palmar, que de hecho también es la protagonista.
El factor diferencial en esta producción audiovisual, y como lo transmite el cineasta a EL HERALDO, es que en el mensaje en el que se enfoca no existe como tal en el idioma wayuunaiki.
'Reciprocidad como palabra o como concepto no existe en wayuunaiki, pero sí existen prácticas que denotan rasgos de ese valor; por ejemplo: caminar en el contexto de La Guajira distancias largas para visitar a un ser querido es muy valorado por la persona wayuu y se le recibe con mucha alegría; también en los momentos de una cosecha se va y se intercambian. Son aspectos que están presentes en el cortometraje', dijo el nacido en Maracaibo, Venezuela.
Agrega que es un cortometraje de ocho minutos en el que se narra cómo se manifiesta para el pueblo wayuu esa reciprocidad. Lo define como una 'metáfora de las enseñanzas que dan las personas mayores a la niñez'.
Süküjula Tei se rodó en la comunidad de Majali, del municipio de Manaure (La Guajira), y aunque en anteriores capítulos la producción fue un trabajo en conjunto de creadores de Estados Unidos, Colombia y Venezuela, este episodio en particular es netamente dirigido por Hernández Palmar y su progenitora, Flor Palmar, con el apoyo de la productora Marbel Vanegas. Está hablado en wayuunaiki con subtítulos en castellano, por ahora. Más adelante confían en tenerlo en otros idiomas para que lo puedan ver otras audiencias.