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¡Vaina linda! El reloj no marcaba ni las 7 de la mañana y en las calles de Barranquilla ya habían marimondas taxistas, gorilas en motos, cumbiamberos comprando cerveza en las tiendas, monocucos 'echaos' en las esquinas y recién levantados o amanecidos, en el sentido que fuera, que gestionaban coordenadas para mover el esqueleto, encontrarse con el amigo de toda la vida o reconciliarse con la exnovia.