Como un acto emotivo, así se puede resumir el reencuentro póstumo entre el Nobel de Literatura colombiano Gabriel García Márquez y su esposa Mercedes Barcha, cuyas cenizas fueron depositadas junto a las de Gabo en el Claustro de La Merced, de la Universidad de Cartagena.
La Ciudad Amurallada, esa que también fue cómplice de su amor, y en la que habitaron una casa ubicada en la calle de la Serrezuela, se convierte ahora en testigo de cómo el amor va más allá de lo terrenal.
El pasado viernes a las cinco de la tarde el hijo mayor de la pareja, Rodrigo, luego de su paso por el Carnaval Internacional de las Artes en Barranquilla, se dirigió hacia la capital bolivarense para cumplir uno de los últimos deseos de su madre: seguir al lado de su gran amor.
Katya González, ahijada del célebre escritor magdalenense, entregó detalles de la ceremonia que duró una hora y media y de la recepción que se extendió hasta las 11 de la noche en la casa color terracota de la calle Serrezuela.