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Si el eslogan de Almacenes Vivero, compañía fundada por el recién fallecido empresario Alberto Azout Zafraní, era: 'Más barato nadie puede'; su hijo Samuel ‘Sammy’ Azout Papu tiene uno similar para definir las bondades de su padre: 'Más humano nadie puede'.

Este visionario hombre de ascendencia judía y oriundo de Cartagena, murió a los 91 años en Nueva York, el pasado 15 de abril. Su partida ha generado mucha tristeza entre las personas que tuvieron la oportunidad de laborar en las 21 sedes de Almacenes Vivero, las cuales fueron testigo de cómo este entusiasta empresario basado en el trabajo en equipo, logró construir su próspera cadena de almacenes.

Desde 1960, su padre Jacobo Azout, decidió fundar la fábrica de camisas Jayson, de la que Alberto fue nombrado gerente. Fue allí precisamente donde nació Vivero, uno de los negocios más emblemáticos de la región Caribe en las últimas décadas.

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'Mi papá siempre fue muy cercano a las personas que lo rodeaban, especialmente a sus trabajadores, era un gran conversador y contador de chistes, por eso se encariñaban con él. Además siempre estaba presto a resolver cualquier problema que tuvieran', resaltó Sammy Azout en diálogo con EL HERALDO.

Con solo 17 años ‘Don Albert’ como lo llamaban cariñosamente sus colaboradores, se metió de cuerpo entero en el negocio y le dio vida al almacén ubicado en la calle 77 con carrera 71.

Gustavo Rodríguez Maldonado, que inició como ‘todero’ y llegó a ser el gerente de mercadeo de Almacenes Vivero, recordó que a inicios de los 60, esa era una zona muy industrial, y que el almacén tenía solo unos 500 metros cuadrados.

'Lo demás era monte. Él se arriesgó en esa aventura con las camisas Jayson y las remató; a la gente le gustaron los precios y siguió ofreciendo ropa infantil bajo la marca Carrusel. Su propuesta tomó mucha popularidad porque él decía que ‘al rico le gustaba comprar barato y que las personas de bajos recursos necesitaban buenos precios’, fue por eso que creó el eslogan ‘Vivero, más barato nadie puede’'.

Sobre el origen del nombre (Comisariato Vivero) contó que Azout lo llamó inicialmente Comisariato porque en ese entonces los sindicatos de las empresas tenían comisariatos que ofrecían productos a buen precio a sus empleados.

'Lo de Vivero se lo puso la clientela porque quedaba cerca del vivero, en aquel entonces no había zoológico en Barranquilla, sino puras plantas, un vivero en el que podías llegar y te regalaban árboles para sembrar en casa'.

En cuanto a la clave de la expansión del negocio que contó con sedes en Bogotá, Bucaramanga, Cúcuta, Santa Marta, Valledupar, Montería y Cartagena, su hijo Sammy considera que se debe a que 'mi papá se inventó el concepto de la felicidad en el trabajo, algo que se reflejaba en la vocación de servicio de cada colaborador'.

Este concepto lo refuerza Rodríguez Maldonado en su libro Happy Markethink (2019), en el que aborda con ejemplos lo felices que fueron trabajando en Almacenes Vivero.

De su vocación empresarial, Sammy destaca que proviene de su abuelo Jacobo que nació en Jerusalén en 1904, y se trasladó a Colombia en 1922.

'Vino porque en esa época posterior a la Primera Guerra Mundial la situación se puso dura, y había escuchado que muchos habían migrado hacia Colombia. No lo dudó y emprendió viaje hasta Barranquilla y posteriormente a Cartagena donde nació mi padre. Mi abuelo llegó buscando nuevas oportunidades en Latinoamérica y las encontró'.

Algo que le agradece a su padre fue que siempre le enseñó a través del ejemplo. 'Tengo una anécdota muy bonita, siempre íbamos a la sinagoga a rezar por la mañana, yo lo acompañaba y de ahí llegábamos a la oficina, pero un día se desvió en el carro y me dijo que iríamos al Seguro de Los Andes. Allí preguntó por una de las cajeras del almacén que había tenido un problema de salud y se puso a la orden de su familia y habló con los médicos. Ese día me enseñó que hay que cuidar y ser agradecido con las personas. Eso me marcó mucho y hacía honor a una de sus máximas ‘para tener clientes felices, primero debes tener a tus empleados felices’'.