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El camino interior que ha recorrido Claudia Martelo le ha permitido reencontrarse consigo misma, liberándose de sus miedos y prejuicios e invitándole a amar sin reserva a quienes la rodean.

La comunicadora social sucreña se va hacia los anaqueles de la historia, en parte para recordar de forma lamentable los fatídicos hechos ocurridos en la Primera y Segunda Guerra Mundial.

Durante los periodos de 1939 y 1945, el holocausto nazi dejó innumerables pérdidas: cristianos, judíos, afros y homosexuales, hacían parte del objetivo que buscaba erradicar el Führer, Adolf Hitler.

En las memorias de la guerra quedaron registros de que a este último grupo de personas, los homosexuales, se les designaba un distintivo simbólico. En el cuello de sus vestidos de reos se les añadía una prenda en material metálico en forma de triángulo invertido que en el centro cargaba un color rosado.

Este emblema los despojó de toda dignidad humana y fueron torturados por sus mercenarios arios hasta la muerte.

Tras el fin de la guerra, la comunidad internacional emprendió un camino hacia la reivindicación de los derechos y el honor de estas comunidades, por lo que aquel triángulo rosa, simbólico de estigma, pasó a convertirse en objeto de orgullo y respeto.

Aunque actualmente el símbolo de mayor recordación y representatividad de la comunidad LGBTIQ+ es la bandera del arcoíris, el triángulo rosa aún se encuentra presente en algunos contextos. Para Martelo, es tan vigente que decidió plasmarlo en el título de su primer libro: Las madres del triángulo rosa.