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La sostenibilidad, más allá de ser un tema de debate en los paneles de conservación del medioambiente, se ha convertido en la meta no solo de las marcas, sino que ha sido tomada, en muchas ocasiones, como emblema de los consumidores alrededor del mundo.

Cada vez son más las opciones que aparecen en el mercado para reemplazar elementos contaminantes, tanto en los procesos de producción, empaques y productos finales que llegan para el uso de los clientes.

A este movimiento transnacional de repensar la conciencia ambiental y optar por alternativas amigables con el medioambiente, también se suma la industria de la moda.

Esta, en particular, se posiciona como la segunda industria más contaminante del mundo, después de la petrolera, y tiene una producción 400 veces mayor a la de hace 20 años.

Según Ecoalf, empresa líder en el mercado de moda sostenible en Europa, el 63 % de estos productos terminan en lugares que hacen del ecosistema un basurero de ropa sucia y desechada.

Frente al exponencial crecimiento de esta problemática, diseñadores y fabricantes de diferentes partes del mundo y en especial de Colombia, han comenzado a trabajar para avanzar hacia una moda ecológica, impulsados también por clientes que toman uso de su conciencia ambiental. Actualmente, en Colombia existen varias marcas de indumentaria, accesorios y decoración interior que le están apostando a crear iniciativas dirigidas al slow fashion, que sean más comprometidas con lo que la naturaleza pide en cuidado y conservación.