Amuletos, mantras y oraciones hoy parecen ser parte indisoluble de la vida humana, sobre todo de aquel colombiano que ante los desafíos de la vida, parece biológicamente predispuesto a buscar amparo en lo divino para sentirse más seguro.
Y parece que es así. El mestizaje de colonos, pueblos indígenas y esclavos africanos, dejó en el territorio nacional una diversidad no solo racial, sino espiritual. Así lo demuestra el antropólogo y escritor Esteban Cruz Niño a través de su obra El libro negro de la brujería en Colombia, en la que documenta diez casos de brujería en el país, que muestran como desde todos los estratos y rincones del país, hay una fuerte tendencia para conectarse a lo más sórdido.