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La convergencia entre versatilidad y un inconfundible sello propio son la espada y el escudo con los que Juan Pablo Vega ha combatido por muchos años en una guerra sin cuartel entre las exigencias del mainstream y el deseo por repartir música, música en esencia. Música de la que vibra con las emociones y no se direcciona por los parámetros establecidos por la industria volátil y, a veces, monocromática.