Recordada siempre como una mujer llena de mucha gracia, amabilidad y de un don extraordinario para la enseñanza, Violy Dieppa de McCausland, a sus 93 años, deja un legado culinario que por más de cuatro décadas endulzó a los barranquilleros.
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Ante su fallecimiento el pasado jueves 24 de noviembre, sus familiares y amigos más cercanos lamentan su fallecimiento, pero también hacen uso de la memoria para reafirmar la indiscutible labor de amor que realizó la pastelera.
Sus inicios en el universo de la gastronomía refieren a causas un tanto accidentales. Luego de terminar el colegio y egresar del programa de literatura en Estados Unidos regresa a Barranquilla con el propósito de ejercer todo lo que había aprendido durante su periodo de formación en el extranjero.
Encuentra el amor en Roberto McCausland Muñoz, quien fue un reconocido político de la época y alcalde de Barranquilla en el año 63.
Para ese momento la casa de Violy y Roberto reciben la visita del sacerdote Rivas, quien era uno de los clérigos más importantes de la ciudad para esos tiempos.
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Naturalmente, Dieppa quería preparar algo para compartir la mesa con el sacerdote; sin embargo, su inexperiencia en la cocina le jugo en contra y al correr el riesgo de preparar un pato al horno este le quedo mal.
Pasada la vergüenza Violy se puso manos a la obra y decidió que quería aprender a cocinar por lo que se inscribió a un curso de cocina, en el cual descubrió lo que se convertiría en su gran pasión, la pastelería.
Luego de perfeccionarse y seguir estudiando en el extranjero, Violy comenzó a preparar exquisitos pasteles para los cumpleaños de sus hijos, de los cuales surgieron sus primeros clientes.
Los padres de los otros niños invitados a los cumpleaños también querían que los pudines de sus hijos los hiciera Violy, tanta fue la acogida y la demanda por sus tortas que comenzó a contratar jóvenes que quisieran aprender y trabajar para enseñarles el arte de hornear.
Tras su éxito y el aumento de sus ventas, Violy se convierte en una de las primeras empresarias de la industria de la pastelería en Barranquilla, y llevo su marca al comercio local.
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Además, integró a su modelo de negocio el componente académico, ya que daba clases personalizadas de cocina a todos los que quisieran aprender.
En entrevista con EL HERALDO, una de sus hijas Sylvia McCausland y el hermano de Violy, Carlos Dieppa conversaron acerca de cómo la recuerdan.
'Mi mamá vivió 93 años en los cuales nunca dejó de amar, es más si me toca escoger una sola cualidad para describirla lo haría por medio de su generosidad, porque ella compartía su conocimiento, sus saberes y lo hacía con gentileza y amor', dijo Sylivia McCausland.
'Mi hermana Violy y yo éramos muy unidos, la verdad es que teníamos una relación maravillosa de hermanos, y creo que el recuerdo más vivaz que tengo de ella era disfrutar de lo que horneaba en las fechas especiales', aseguró Carlos Dieppa.