Como todo buen rockero, Gustavo Cordera jamás tuvo como propósito ser famoso. Antes bien, apegado a la concepción de la fusión como concepto, siempre quiso utilizar la música como una forma de expresión del interior. Mostrar de adentro hacia afuera. Entonces, de forma inherente, el éxito comenzó a cobijar su vida como un azar ineludible del destino caprichoso que, por esos días, le mostró que en el camino de la música encontraría también el destino mismo. Su propia historia.
Esos relatos de un héroe de la ilusionante izquierda progresista, como él mismo profetizaba a través de canciones con Bersuit Vergarabat, la banda que lo hizo surgir ante los ojos delirantes de las bulliciosas multitudes argentinas, hoy son el pasado en un hombre que comenzó a descubrir en su interior el aparato reproductor de una inspiración más profunda, sincera y desnuda, que se ha vuelto canción a través de tres momentos diferentes, pero unificados en un mismo concepto: Libres.
La parte uno habla del Cuerpo (2021), la parte dos habla de la Mente (2022) y la parte 3 se refiere al Espíritu (2023). Recientemente lanzado el último EP, y como parte de su paso en el pasado mes de agosto por Colombia, donde se presentó en las ciudades de Bogotá y Medellín, Cordera accedió a unos minutos de conversación con EL HERALDO donde reflexionó, entre otras cosas, sobre el desarrollo de la humanidad en sus múltiples contextos.
A continuación, una leve invitación a zambullirse en la mente de uno de los más interesantes rockpensantes del rock, y por qué no, de la música en América Latina.