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Al hacer uso de los sabores como una excusa para contar historias basadas en la necesidad de la reconciliación que refiere el conflicto, y la búsqueda de la tan anhelada seguridad alimentaria, una carmera con dos rolos se han unido para crear un proyecto que trasciende al concepto de familia y se presenta con una sola identidad, la del Caribe.

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En el paso del tiempo es común que la memoria se pierda, y con ella también los oficios y las costumbres, un riesgo enorme desde cualquier punto de vista que se analice. Sin embargo, para los que son de esta región del país parece ser que existe una esperanza.

Como parte de los recuerdos de su infancia que se alojaron no solo en su mente sino en su paladar, la inquietud de Jaris Julio, una carmera de arraigo que creció en el campo, pero que por los movimientos de la violencia le tocó dejar su tierra, comenzó a sentirse inquieta por volver a probar aquellos platos de su niñez.