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Concebido como el arte de la paciencia, la tradición de la joyería momposina ha trascendido generaciones. Superando la época de la conquista y el proceso de liberación en el cual Bolívar declaró la victoria de la Nueva Granada desde esta tierra ribereña, Mompox sostiene en sí un legado único que se narra a través de la delicadeza de la filigrana.

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Catalogado como una de las tradiciones artesanales más valoradas de Colombia. Este oficio de los joyeros momposinos estaba estrictamente dedicado a los hombres, ya que según la herencia de los españoles, las mujeres debían dedicarse a labores no productivas.

Desde sus inicios, y por su condición de puerto, los habitantes de Mompox recibieron las enseñanzas de los tejidos en metales por el intercambio cultural, la cual tomarían para hacerlas propias.

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Sin embargo, con el paso de los años, la ‘Tierra de Dios’ no sólo ha conservado la sabiduría manual de los orfebres, sino que también ha sabido poner todo en su lugar y brindarle a las mujeres la oportunidad de dedicarse con orgullo a este oficio.