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Su semblante impetuoso, mirada firme y su tono de voz enérgico podrían desconcertar a quienes la conocen superficialmente, pero tras esa fachada de dureza se escondía un corazón cálido y una mente conversadora. Cecilia López Montaño no era esquiva por naturaleza, sino más bien franca y decidida.

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Así inició una conversación que rememoró sus grandes inicios de aprendizaje en la vida. Esta exsenadora de la República acumula vivencias que reflejan su amplia experiencia. Sin embargo, como lo dice su descripción en redes sociales: 'Vieja no, vintage'.

Esta palabra en inglés se emplea para denominar algo perteneciente a una época pasada que, a pesar de ser antiguo, no puede calificársele propiamente como antigüedad. Además, tal como lo reseña en su cuenta de X, es menos brava de lo que se ve en televisión.

Es una bogotana, pero con un gran aura costeña. Y es que pese a haber nacido en la capital, fue una de las más desplazadas por la violencia en el país, específicamente por los Chulavitas, uno de los grupos paramilitares del país durante los años 50.

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'Éramos los únicos liberales en una zona muy conservadora, y llegaron los Chulavitas, casi matan a mi mamá y a mi bisabuela, y ahí mi papá tomó la decisión de salir. Y con sus contratos que tenía en el Ministerio de Agricultura le mandaron a que manejara una granja agrícola en Malambo'.

Así llegó López a tierras atlanticenses. Aventurándose apenas en una travesía que estaba a punto de comenzar. No imaginaba que su camino en la ciudad iba a significar un recorrido de instituciones educativas inimaginables.

'Nadie va a creer que pasé por todos los colegios no por mala, sino porque a mi papá todo le parecía insuficiente. Primero, yo no hice primaria, porque cuando yo llegué estaba muy chiquita, y estábamos en Malambo en unas condiciones muy precarias, después de haber vivido aquí, digamos, en un nivel de clase media'.

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Luego de estudiar en Soledad se desplazó a Barranquilla, donde pisó el Colegio María Auxiliadora, el Ariano, el Karl C. Parrish y al final pudo graduarse en La Enseñanza.

'Yo estaba lista para estar en niveles de pobreza, como los que vivimos en la granja, hasta niveles ya viviendo en El Prado. Eso a mí me formó mucho. Incluso cuando estaba en el Karl C. Parrish viví en Barrio Abajo y eso me volvió muy barranquillera porque es un barrio muy simbólico. Yo digo que uno finalmente es de donde estudia, y yo estudié en Barranquilla realmente'.