Si hay un verdadero referente de lo que es la sabrosura latinoamericana ese es sin lugar a dudas La Sonora Matancera, agrupación musical que ha dejado una huella imborrable luego de un siglo de haber sido fundada en Centroamérica.
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El 12 de enero de 1924, en la ciudad cubana de Matanzas, en casa del tresista Valentín Cané, nació esta agrupación con la intención de acompañar los encuentros del partido político Tuna Liberal, de ahí tomó su primer nombre.
Una vez adquirió popularidad dejó de representar exclusivamente esos intereses políticos y en 1926 se rebautizaron como Sexteto Soprano. Luego, al viajar a La Habana en 1928, como una forma de recordar su origen, se convierten en la Estudiantina Sonora Matancera.
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Interpretando son cubano y bolero, principalmente, lograron que estos géneros fueran bailables en lugares como Barranquilla, donde desde los años 30 las emisoras cubanas de onda corta se oían con mucha facilidad, creando así un lazo que ha permanecido bien amarrado, pese al paso del tiempo.
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El periodista, investigador musical y escritor Robert Téllez M. explica que la conexión entre la Sonora Matancera y Colombia también se desarrolló a través de nombres como el de la cartagenera Gladys Julio y el del barranquillero Nelson Pinedo (curiosamente ambos con formación como locutores de radio), y también 'mediante la inserción de repertorio proveniente de compositores nuestros como José Barros, José María Peñaranda y Pacho Galán, entre otros'.