Sin necesidad de articular ni una sola palabra Rafael Fontalvo expresa todo su amor por el Carnaval a través del baile.
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Y es que por encima de una condición médica que desde los 8 años de edad le ha impedido escuchar y hablar, el resonar de la memoria, y el poder de los tambores y la flauta de millo, le han dado una virtud única, honrar a través de sus manos y pies a su reina eterna, la danza.
Para este barranquillero con discapacidad auditiva que vive permanentemente atado a las pasiones y expresiones del gran Caribe colombiano, el baile va más allá de ser un simple movimiento del cuerpo, este se convierte en una especie de conexión espiritual que en él, es capaz de otorgarle hálito de vida.
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Sin enfatizar mucho en las limitaciones que enfrenta a diario, Rafael se ha convertido en un maestro de la vida, que a través de un intérprete de señas es capaz de comunicarse muy fácilmente, y si no tiene uno cerca, también hace lo posible por hacerse entender.