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Sobre la vía al mar, a 30 kilómetros de Barranquilla, al frente de Puerto Velero, un grupo de devotos suele congregarse al pie de la montaña listos para emprender un viaje espiritual y físico que les llevaría hacia las alturas del Santuario Mariano Nuestra Señora del Morro.

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Desde las 6:00 a.m. de cada sábado, con la cálida brisa del amanecer, los peregrinos se preparan para un recorrido que les permite abrazar la naturaleza y la fe con cada paso que dan. El reto es considerable: 1.5 kilómetros de ascenso, una prueba de resistencia tanto física como espiritual.

Custodiado por la imponente figura de Nuestra Señora del Morro, se alza en la cima, como un símbolo de esperanza y consuelo para aquellos que buscaban la paz en medio de las adversidades terrenales.

Desde su reconocimiento como Santuario Arquidiocesano en mayo de 2008, por manos del venerable Cardenal Monseñor Rubén Salazar Gómez, este lugar había adquirido una relevancia aún mayor, atrayendo a miles de peregrinos y turistas cada año.

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Hoy, María Elvis González, celebra la existencia del lugar impregnado de historia y espiritualidad que ha marcado la vida de muchos fieles a lo largo de sus 25 años de existencia.

Desde el año 2000, María Elvis ha asistido constantemente al Santuario. Es decir, casi que prácticamente desde que el lugar fue inaugurado. Allí, ha encontrado refugio para fortalecer su fe, que en algún momento se encontraba debilitada.

'Encontré en esas catequesis, en ese andar, en ese peregrinaje, eso que tanto yo anhelaba y buscaba, lo encontré, lo encontré en este sitio al cual cuando frecuento empiezo a sentir esa paz interior que me lleva a encontrarme con la Santísima Virgen y meditar, escuchar la palabra'.