Por Aldair Zamora Ferrer
Especial para EL HERALDO
La inquebrantable misión de evangelizar por medio de la palabra de Dios llevó al paisa Sigifredo Agudelo Cifuentes a recorrer en 1969 más de 800 kilómetros de hasta llegar a Galapa, que para entonces era una pequeña población cuyas casas de bahareques y calles polvorientas reflejaban una copia exacta de un Macondo construido en este punto del Caribe.
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A sus 25 años, el religioso oriundo de Sonsón, fue ordenado sacerdote y enviado a la parroquia Nuestra Señora de la Candelaria (Galapa), iniciándose en el servicio de la fe como párroco municipal y se mantuvo durante 7 años hasta que fue moviéndose por distintas iglesias.
Siendo cura de Manatí, Atlántico, acompañó a los campesinos de la zona en la creación de un sindicato que velara por sus derechos. Esto generó indignación en un grupo de personas quienes llegaron hasta Galapa y quemaron su casa con techo de paja ubicada en donde hoy se encuentra la Casa de la Cultura.
Su traslado a Santa Marta fue el inició de un extenso e interesante recorrido por distintos pueblos del Caribe colombiano en los que además de promulgar la fe católica, poco a poco fue convirtiéndose en un coleccionista de piezas arqueológicas de la cultura Tayrona y Zenú a causa de decenas de feligreses y guaqueros de la región, quienes le entregaban y otras veces comercializaban las valiosas piezas precolombinas.
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Al terminar su periodo en una parroquia, el padre Agudelo se trasladaba a la siguiente y al mismo tiempo llevaba consigo una importante colección que para entonces superaba las dos mil piezas y que cada vez se iba haciendo más grande. Finalmente, ya después de haber cumplido su orden sacerdotal, decidió radicarse en Galapa hasta que partió de este mundo en 1993.